15:17 Tren a París

Clint Eastwood ya no funciona. El que diga lo contrario, ya sea por tristeza o rabia, no se ha visto las últimas dos “pelis” que este gran director, nos ha entregado, dejándonos un sabor de boca, agrio, aburrido y superficial. Vamos, sabores que no estamos acostumbrados a sentir, cuando vamos a ver un film, que dirige el gran “Eastwood”. Esperamos y rezamos con todas nuestra fuerzas (cada uno a su dios), que a la tercera vaya la vencida, y nos devuelva ese aire de realidad cruda, dura y tremendamente devastadora para nuestro corazón, porque nosotros lo necesitamos. El cine lo necesita.

Comienza como un drama adolescente que la única razón por la cual no te deja adormilado en el asiento, es porque esperas que la película pegue un vuelco de 360º, y se desvié de este tortuoso e inapetente camino. Continúa como una comedia americana sosa y decadente como ninguna, que te hace desear tener un mando a mano a distancia, para poder avanzar 10 minutos y ver si la trama se ha despertado ya. Pero te das cuenta que 10min no son suficientes, para que eso suceda.

Durante una hora y veinte minutos aproximadamente, no llega la acción, la tensión que corta tu respiración, el dramatismo que has venido a buscar. Y tal como llega, se esfuma como el humo de una calada del segundo o tercer cigarrillo que te has fumado en las últimas tres horas; para ti, un acto reflejo, nada destacable, nada sorprendente. Nada que haga brillar tus emociones y te arrebate ese letargo que te hace imaginarte en otra parte, haciendo algo más productivo, que ver una especie de documental tedioso y adormecido, cuyo guion, cuya trama y cuyos personajes, te la “repanpinflan”.

Desanimada, indiferente, y una de esas películas que para nada te recomendaría que vieses en el cine, pero si en tu televisor de pantalla plana, pero no una tarde de domingo, cuyo aburrimiento y cansancio, se te echaran encima como lobos hambrientos.