Isla de perros
- alexzv955
- 21 abr 2018
- 2 Min. de lectura
Wes Anderson es un directorazo de los pies a la cabeza. Un director singular, particular, extravagante y lo más importante, único en su especie. Entre sus películas se encuentran obras maestras como “Fantastic Mr.Fox” o “El gran hotel Budapest”. Películas, que aun ahora que las he visto 5 veces cada una, me dan ganas de volverlas a ver, y deleitarme entre sus campos Elíseos de historias ocurrentes y originales, con toques de una realidad tan rebuscada, que engancha como la melaza captura a quienes se posan en su trampa. Por eso en ningún momento, ha revoloteado sobre mi cabeza, la idea de pensarme si ir a ver la nueva cinta cinematográfica, de uno de los mejores directores de cine.

Simplemente, es que lo ha vuelto a hacer. Wes Anderson nos entrega una maravillosa aventura perruna, que mediante la técnica Stop Motion, no embelesa con su estructura dinámica y excelente, diseñada, exclusivamente, para el deleite de nuestros sentidos, que dejaran de habitar nuestro cuerpo, para convertirse en un espectador omnipresente, que va surcando cada escena, como si de un precioso y melancólico haiku se tratara.
Es que es tan inteligente y soberbia, que nos veremos inmersos en una trama que no decae ni un solo segundo, ya que mediante una banda sonora rítmica y esplendorosa, nos iremos abriendo camino, en una pequeña pero gran isla, en donde cada personaje está hecho con mimo y maestría, para que nuestros ojos bien abiertos y atentos, puedan disfrutar y puedan saborear, lo que es todo un espectáculo cultural con un diseño atractivo y de lo más atrayente.
La opción de que solo los perros y algunos personajes hablen y hagan de traductores, dejando que le japonés sea el maestro de ceremonias y el castellano su invitado, es sin duda una de su mejores bazas, que viene, como no, acompañada de la firme y clásica forma de ejecutar los planos, que Wes Anderson siempre nos regala para nuestro deleite, que nos hace sentir como si estuviéramos ojeando un comic, pagina por página.
Esplendía, sublime, y una de esas obras maestras del cine, que jamás tendrán el mérito que se merecen.
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