Wonder
- alexzv955
- 6 dic 2017
- 5 Min. de lectura
Que hace el cine, o mejor dicho, ¿qué hacen las empresas cinematográficas, cuando no tienen tiempo a que un buen guionista, cree una historia atrayente, fabulosa y original? Pues mandan a su ojeador avispado a la primera librería que encuentren por la calle (el proceso es más complicado, pero así lo acorto un poco), para que empiece a revolver estantería por estantería, buscando algo que le llame la atención, y así llevárselo a sus superiores y decirles: “Esto puede que os guste tanto a vosotros como al público en general. Es extraño, no mucha gente lo conoce, y podemos sacar una buna tajada”.

Se ha visto en cientos de películas, como por ejemplo, La Bella y la Bestia: “La belleza esta, en el interioooooor”. La hermosura, que rodea nuestra piel, o la fealdad que recubre nuestro cuerpo, nunca es ni un tercio, de la hermosura o fealdad, que anida en nuestro corazón. Esa es la verdadera belleza. Pero bueno, nadie, supongo, va a decir, que los flechazos a primera vista, son por culpa, del atractivo interior de alguien. Si te enamoras de una persona, sea cual sea su aspecto físico, tu cerebro está diseñado, para enamorarse de los rasgos físicos de esa persona.
Puede que te atraigan personas más delgadas, con curvas, con buen pandero, con poco pelo, con mucho pelo en…todas partes, o que sus atrayentes ojos, te hagan palpitar durante años. Lo que no tenemos muy claro, es el porqué. ¿Por qué alguien es más guapo que otro alguien? ¿Quién dictamino y puso unas normas de estética y físico, y marco que según que parámetros cumpliese su cuerpo, pertenecería al bando de los guapos, o al bando de los “simpáticos”? Pues todos nosotros hemos creado estas absurdas normas de las que muchos se ven afectados, y otros simplemente, pasan absolutamente, de lo que la sociedad piense de ellos. Todos somos hermosos, a nuestra rara e indescriptible manera.
En este nuevo film, que mezcla dos géneros que de por si jamás te replantearías mezclarlos en una misma producción, ya que son como los lunes y los sábados, no se llevan bien, son muy diferentes en muchos rasgos, pero, ¡ostras! El cine, en muchas ocasiones, ha logrado, que estos dos enemigos acérrimos, se lleven bien, compartan escenario, y que ninguno sobresalga, sobre la actuación del otro. Vamos a ser sinceros, porque es una estupidez mentirnos, y decir, que esta película, no la vamos a ir a ver, por la aparecía de nuestro joven protagonista. Así que no intentéis ni mentirme, ni mentiros, ni mentir a nadie, diciendo que vais a verla por Julia Roberts o Owen Wilson, porque…em…como que no. Puedes decir que la vas a ver por qué leíste la novela homónima de R.J. Palacio, te encanto, y quieres ver cómo se las arreglan para pasarla al cine. O puedes decir, que el tráiler te encanto, te enamoro, y convirtió a tus ojos, en un mar de lágrimas cristalinas. Así, sí que te creeré.
Como empezar describiendo, lo que ha sido una maravillosa experiencia, de lo más agradable, encandiladora, y que sabe perfectamente, donde y como jugar con tu débil corazoncito, que se derrite a los pies, de esta encantadora familia, en la que cada uno, tiene sus diferentes problemas, pero que saben encontrar la manera, de que estos, no afecten jamás, a las personas que le rodean, y les aprecian. No he tenido el placer de leerme el libro, ya que, sintiendo mucho esto que voy a decir, prefiero el cine a la lectura. Sé que la lectura es mil veces mejor al cine, por muchísimas cosas que la hacen grande, como ser tú el director del guion que está leyendo, e imaginarte como son los personajes, los decorados, y la trama en general. Pero no por eso el cine es inferior, ya que el cine, si quitáramos la avaricia de las grandes empresas cinematográficas, es un mundo infinito y mágico, que en pocas horas, puede hacerte sentir, mil y una ilusiones.
Como ya he comentado, no he leído ningún libro de Raquel Palacio, así que esta crítica, la centrare solamente en lo que me ha hecho sentir la película, y no en comparar las letras con las imágenes. Podría decir, que todo lo que rodea a la historia, es original, fantástico, y demasiado irreal en muchas ocasiones, ya que le complace presentarnos unas historias que se juntan en una sola, pero que todas terminan con un desenlace feliz, y desgraciadamente, la vida no todas la veces son desenlaces felices, pero eso no quita, que no puedan existir. Y ese sería uno de los “fallitos” que vería en esta fabulosa película. El otro “fallito” (lo pongo entre comillas porque fallo, fallo, no es, pero sí que es algo que podría mejorar), podría ser, que en muchas ocasiones, y digo muchas sin exagerar, es un “pelín” predecible. Es predecible, no solo para los expertos en esta materia, sino también para los espectadores, que han visto tantas películas, como dedos tienen en el cuerpo. Pero, misteriosamente, eso la hace más amena y atractiva.
Es un film, que da vida a todo lo que de primeras, pensabas que estaba muerto y enterrado. Es un film, que te adentra en unos mundos, que para muchos de nosotros, nos son familiares, y eso hace, que nos sintamos como un protagonista más, que está viviendo lo que es la muerte, el dolor, la tristeza, la añoranza, el miedo y el rechazo. Acoge a los sentimientos más fuertes y más traumáticos del ser humano, y los envuelve en una manta cálida y hogareña, que te enseña, con una pequeña mascara de dulzura y ternura, que todos somos iguales por dentro, y lo que nuestro exterior diga, puede o no, reflejar la belleza que en nuestro corazón albergamos. Es un film, que enamora y atrae, aunque su trama, no sea una novedad o algo que no hayamos visto nunca. Pero aun así, te sientes agradecido al salir del cine, pese a que sabes que te han mentido, en el buen sentido de la palabra ficción, para que aunque solo sean un par de horas, ese par de horas, en vez de pasarlas contemplado el frio e inhumano mundo en el que vives, las pases contemplando, una vida que parecía perdida, y encontró su camino para seguir amando.
No es la primera vez que el director Stephen Chbosky, debe enfrentarse a un tema tan delicado y sensible, como es el del bullying escolar, ya que con “Las ventajas de ser un marginado”, nos encandilo y supo mezclar a la perfección, la comedia con el drama, para que ninguno superase al otro, o que alguno de los dos, decidiese pasarse de la raya, con comedia barata y reciclada, o con drama “sensiblon” y “lloricoso”. Pues un aplauso para este hombre, porque lo ha vuelto a hacer, e incluso mejor. Ha sabido desde un primer instante, como combatir esos demonios que le acechaban a cada paso que daba, y le susurraban al oído, que derrochara un poco la película, con bromas absurdas y sin sentido, o que se desviara hacia el apenado camino de las lágrimas y el sufrimiento, y dejara de lado todo lo demás.
La actuación de todo el reparto ha sido exquisita y, lo más importante, creíble, ya que si eres actor o actriz, e interpretas un papel, como si de una burda e improvisada obra de teatro se tratara, mal no te va a ir, si no lo siguiente. El joven Jacob Tremblay con tan solo once años, está teniendo una filmografía de lo más impoluta y excelente, convirtiéndose en el niño elegido por todos, para interpretar personajes desgarradores. La fantástica Julia Roberts, como siempre, estelar y esplendida, sin destacar demasiado, pero si, dejando una huella intachable, en donde aparecía. Owen Wilson jamás me ha parecido un actor de esos con los que llorarías viéndolo interpretar, a no ser que sea de la risa, pero esta vez tengo que tragarme mis palabras, y admitir, que ha estado estupendo, tanto, que incluso alguna lagrimita me ha sacado.
Preciosa, magnifica, y una de esas películas que gradecerás haber visto en el cine, por demostrarte, que la vida es más que un montón de desgracias, acompañadas de finales infelices.
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