Madre!
- alexzv955
- 2 oct 2017
- 6 Min. de lectura
Todas las pelis de terror, y sobre todo mis preferidas, tienen que tener un aire claustrofóbico, que contenga la tensión del espectador, sin tener ninguna vía de escape para él, y los protagonistas, que están a punto de experimentar, gritos, sangre, persecuciones, mutilaciones, apuñalamientos, asesinatos, decapitaciones, estocadas, todo lo que a los guionistas se le pueda pasar por su volátil y en muchas ocasiones, reciclada imaginación. Dicha tensión, que es la que arremete contra las emociones y pulsaciones del que esta visionando un film de este género, debe llevarse con sumo cuidado, y no relajarse en ningún momento. La tranquilidad, “como mucho”, los primeros 10 minutos de la película. Y digo como mucho, porque hay cada uno, que te quedas hora y media esperando, a que el miedo y el pánico, aparezcan en escena, y logren arrancar en ti, algo de emoción. Por desgracia. Por mucha, mucha, mucha desgracia, esto no lo solemos experimentar. Al menos los amantes del terror.

Un nuevo hogar. Un nuevo comienzo. Una relación que se está quebrantando y desmoronando como una pared vieja y corroída por el tiempo y los azotes de la vida. Una pareja que intenta encauzar el camino tan precioso que tenían en mente al principio de su travesía. La civilización está a cientos de kilómetros, y ese toque de soledad y silencio, es la guinda perfecta, para hacer creer a los pobres protagonistas, del maquiavélico film, que están a salvo. Un buen experto en este género en concreto, sabe perfectamente, que la soledad, el aislamiento, y una casa antigua y demacrada, en donde la noche se cierne sobre ella creando sombras espeluznantes, y el crujir del viento te da ganas de abrazar a tu osito de peluche, es el escenario perfecto, para un asesino en serie, un ser sobrenatural, o una criatura monstruosa de dientes afilados.
Aparte de que todo este tema de que los protagonistas no tengan muchas salidas por las que huir, cuando el mal se abalanza sobre ellos, no puedo evitar sentir un picor de lo más agradable, al ver, que uno de los mejores directores del cine psicológico, vuelve a la carga, con otro film, que tiene toda la pinta, de llevarse algún amiguito dorado. “Réquiem por un sueño” y “El cisne negro”, están entre las 1000 películas que tienes que ver antes de morir. Están entre las 500 películas que tienes que ver antes de morir. E incluso me atrevería a decir que, al menos en mi opinión y si tuviera que elegir a una de las dos, “El cisne negro”, está entre las 100 películas que tienes que ver antes de morir. Hay nombres, que hacen sombra a títulos de películas, y pasa igual en los libros: Yo veo el nombre de Jhon Verdon en la tapa de un libro, y me lanzo a él como un animal enloquecido. Y lo mismo pasa con el nombre de Darren Aronofsky, Javier Bardem, Michelle Pfeiffer, Jennifer Lawrence o Ed Harris. Nombres, que, por si solos, atraen a la gente al cine.
¿El tráiler? Pues bueno, sin el tráiler no estaría haciendo esta crítica, ya que el tráiler de una película, sea del director que sea, y salga quien salga, si es un churro de esos que prefieres gastarte el dinero apostando a que mañana va a hacer unos 40º de temperatura un día de diciembre en Barcelona, pues, vamos mal. Pero nada de eso. No señor. No, no, no. Es un tráiler que te excita. Que te apasiona. Que despierta el lado más oscuro, curioso y macabro de tu alma, susurrándote al oído, que tus perores pesadillas, serás sustituidas por unas aún más escabrosas y acoj%nantes. Un tráiler como tiene que ser, que no enseña ni una cuarta parte de lo que hace grande a este film, ni te engaña poniéndote todas las escenas emocionantes que vas a ver en la película.
De verdad, me cuesta mucho admitir estas palabras, ya que soy muy orgulloso, y siempre he podido decir de mí, que los finales más inescrutables de películas que jamás la gente descubrirá su verdadero propósito, yo he sido una fuente de luz, y les he podido explicar el significado. Pero esta vez, debo callarme, y esperar que alguien más sabio y experimentado, me de alguna explicación, para lo que mis ojos, han visto con tanta maldad que roza lo impensable, una locura que te hace enloquecer por no poder asimilar bien bien, lo que estas contemplando, y una obra maestra del cine negro, que, si, a oscurecido mi infinita imaginación, encontrado ese fatídico e innegable tope, que me da un guantazo, me hace bajar de las nubes, y a decirme a la cara con ironía y satisfacción: “El cine aún puede sorprenderte”. Puede que penséis que soy una de esas personas que se cree mejor que nadie, y estaríais completamente equivocados en pensar tal cosa, ya que lo único que digo, es que cada uno sabe cuál es su mínimo y su máximo. Sus habilidades y debilidades. Y yo me puede caracterizar de muchas cosas, pero de egocéntrico no. Si alguien, aparte del director, sabe explicarme al cien por cien, el final, de este terrible e increíble film, le estaré completamente agradecido.
Creerás que lo que se siente en el aire, es tranquilidad, pero en cuanto lleves un buen rato, descubrirás que hay de todo, menos tranquilidad. Creerás que esos besos y esas sonrisas, están llenas de un amor tan profundo como un cálido y anaranjado amanecer, pero descubrirás que se trata de un amor obsesivo y sangriento, tan profundo como el agujero negro y frio, que se te formara en el pecho, cuando te arranquen el corazón sin avisarte. Creerás saber todo de nuestra protagonista, ya que veras lo que ella ve, sentirás lo que ella siente, y poco a poco iras descubriendo que te han engañado a ti y a ella, para el morboso disfrute de una mente perturbada y muy lejana de la cordura. Creerás muchas cosas, pero de lo que sí que puedo estar seguro, es que en ningún momento podrás bostezar, acomodarte en el asiente, comer palomitas, o ni tan siquiera parpadear. La piel de tus parpados será pegada a tu cuenca con azufre hirviendo, para que no tengas ninguna oportunidad, de no sufrir las atrocidades y las espantosas experiencias, que nuestra pobre protagonista, sentirá en sus carnes abrasadas.
He visto pasar por la cartelera, películas que sin ningún sentido aparente, mas haya de descolocar al espectador, y dejarlo con la boca abierta, agradan tanto al público, que solo puede aplaudir cuando los créditos se deslizan lentamente por la pantalla. Pero el director Darren Aronofsky, ha conseguido, que cuando termine la proyección, te quedes un buen rato en el asiento, replanteándote, analizando lo que acabas de sufrir, y ver si a partir de ahora, podrás tener la voluntad, de controlar tu mente, y que por las noche, tus dulces sueños, no se conviertan en espantosas pesadillas, que te hacen noctambular por la casa de madrugada. Intento encontrar palabras que describan o que se acerquen a explicar lo que presenciareis, si tenéis lo que hay que tener, después de haber leído esto, para abalanzaros al cine, y padecer lo que yo he padecido; ninguna palabra roza el poderío y la magnitud de este espeluznante y estremecedor film. Aun así, lo estoy intentando.
Algo desconocido y perturbador, llama a la puerta de tu curiosidad, pero no llama con educación, aunque sea esa su apariencia, sino con desconcierto y con una fuerza bruta, que te llena la boca de un sabor extraño y oscuro, que te hace atragantarte con tu propia bilis. Esto es lo que me ha hecho sentir Javier Bardem. Un actor sublime y camaleónico.
Pareces conocer todo sobre ella y lo que lleva de vida. Sus deseos y sus anhelos. Su vocación y su forma de vivir. Pero nunca conoces del todo a alguien, hasta que lo llevas a forzar sus límites. Ahí, es cuando su verdadero rostro se muestra, y el miedo y lo que estaba oculto, salen a la luz, para abrazarte con belleza y un don de la interpretación, que Jennifer Lawrence, nos muestra con elegancia e incoherencias.
Magnifica, traumática, y una de esas películas, que hacen que ir al cine, merezca la pena, por abrir un boquete en tu corazón, tan profundo y tan oscuro, que mientras te desangras, mueres con una sonrisa maquiavélica.
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