Kingsman: El circulo de oro
- alexzv955
- 24 sept 2017
- 6 Min. de lectura
Muchos aquí presentes, no recordaremos la época dorada de las películas de espías, y yo me incluyo entre estas personas, que se sorprendieron y disfrutaron a lo grande, viendo como su protagonista, un hombre refinado, culto, diestro en armas de todo tipo, atractivo, un imán para las mujeres y vestido siempre con un esmoquin de terciopelo (si, ya sé que hay más espías aparte de James Bond), conquistaba la pantalla y los corazones de la gente, combatiendo el mal, en aventuras en donde su vida era puesta en peligro, pero inevitablemente, los planes del malvado antagonista, eran arruinados, con clase y un pelín de soberbia. Estos tiempos, desgraciadamente, se han ido a pique. Pero no porque se hayan hecho películas malas. Si no por el simple hecho, de que las personas, los espectadores, la mayoría, seguimos al pie de la letra ese refrán que dice: Voy a cagar y cambio de opinión. Nos hartamos de ver una y otra vez que siempre gana el bien, de una forma demasiado ostentosa, y sin ponérselo del todo difícil a nuestro héroe. Ya sabemos que ninguna película de aventuras y acción, que está dirigida para toda la familia, va a ver otro final, que no sea la derrota de la oscuridad, pero, “joer”, ¿Dónde está el asombro en eso?

Los tiempos cambian, al igual que el cine y sus géneros, y hacer una película de espías, ahora mismo, en este siglo, por ejemplo, y que guste tanto a la gente, para que sea un bombazo de taquilla, y que al menos durante 1 semana este liderando el primer puesto, es una tarea complicada no, lo siguiente. A mí, mi han gustado las cuatro últimas películas del ultimo James Bond, aunque hayan ido decayendo poco a poco, hasta convertirse en una: “Oye, vamos al cine a ver la nueva de James Bond? Me han dicho que pegan tiros y no hay nada mejor”. Y Daniel Craig como el agente 007 tampoco lo hizo nada mal, y al menos a mí, me convenció.
Pero dejemos de hablar de otras películas, y hablemos de esta, que es una segunda parte, ¿y ya sabéis lo que dicen de las segundas partes? Yo lo sé, tú lo sabes, todos lo sabemos, pero a partir de ahora, mandar a tomar aire fresco a quien os diga que segundas partes no son buenas, aunque tenga toda la razón del mundo, ya que una segunda entrega, puede ser mejor que la anterior (Jhon Wick, Jeppers Creppers, Harry Potter) si se dispone de las herramientas adecuadas, y un herrero que sepa utilizarlas.
Y todo lo que os he explicado antes, sobre el decaimiento de las pelis de espías, que no están de moda, que es un género que muy difícil va a encajar y que la gente se aburre muy rápido de las cosas, si no las vas renovando con novedades, es porque, en 2014, se presentó en los cines de todo el mundo, una película que se llamaba “Kingsman: Servicio secreto”, (si, lo has adivinado, es la primera entrega) y que todos, incluido yo y mi escepticismo del pasado, pensábamos que se iba a tratar de “otro” film de agentes secretos británicos, que luchan contra una organización secreta y tenebrosa, que quiere acabar con el mundo. Pero, la magia del cine, y el ingenio humano, pusieron unos polvitos mágicos por allá, unas hostias a cámara lenta por allí, y Voilá, teníamos una película de acción tan potente, que si dejabas de prestar atención, te rompían los dientes con gamberrismo, brutalidad y sangre fría; vamos, lo que pedíamos desde hace tiempo.
Kingsman: El círculo de oro, es más que una segunda parte, que las empresas cinematográficas fabrican cuando ven que el nuevo producto que han enseñado al mundo, al mundo, le gusta, le atrae y lo acepta. Pero cuando, un director, que en este caso es Matthew Vaughn, hace una excelente primera entrega, lo mejor que puedes hacer, es dejarle que vuelva a dirigir la segunda, y la tercera. Y no, en absoluto os acabo de hacer un spoiler. Lo que os acabo de decir, con toda la brevedad posible que he encontrado en estas palabras, es que este film es genial, y que merece la pena que se convierta en trilogía, siempre y cuando lleve las riendas el que encauzo el camino del éxito y las hostias repartidas como panes. Bajo mi experiencia cinematográfica, que aún no ha visto ni una cuarta parte de todo su potencial, ya que espero tener una larga y prospera vida visualizando films como estos, puedo arriesgarme a hacer esta gran predicción, aun antes de que nadie haya dado luz verde a un nuevo proyecto. ¿Un súper poder? No. ¿Un don? Tampoco. Simplemente, lógica pura y aplastante.
Tan lógica y aplastante como las ilógicas y trepidantes imágenes que durante más de dos horas (si, “mas” de dos horas) podréis ver con un humor tan negro como el carbón, que si respiras cuando estas en medio de una de esas peleas que te ponen lo pelos como escarpias, te ahogaras con un humo tan volátil he ingenioso, que no tendrás ni la menor idea de lo que está sucediendo, por no tener nada de racional. Nada que explique tanta brutalidad y tantas patadas voladoras. Llévate un buen chaleco antibalas para ver la película, porque las balas danzaran por los escenarios elegidos sumamente con elegancia y excelencia, para que participemos como si estuviéramos en medio de una batalla campal, en donde el fuego cruzado es más probable que suceda, antes de que alguno de nuestros protagonistas, fallen un disparo. ¿El único fallo de toda la película? Los spoilers tan grandes y descomunales que salen en el tráiler, que en cuanto la estás viendo, se te parte el alma en dos, y un puñal atraviesa a la sorpresa que debería haberse reservado bajo llave.
Como ya he dicho ha sido una decisión bastante acertada dejar dirigir por segunda vez a Matthew Vaughn, un film en el que las cámaras lentas son el plato fuerte del menú, y los pelos en la lengua no caerán en tu sopa, ya que las fibras capilares linguales desaparecen por completo del panorama tan rocambolesco y desconcertante, a la vez que divertido y de lo más excitante. Ya lo hizo sublime con “Kick-Ass”, por eso no tenía ninguna duda de que podría facilitarnos un buen festín de tortas rompedoras de mandíbulas, gadgets al puro estilo de los espías de toda la vida, pero con un toque más sádico y mortífero, y una trama que se centre más, en cambiar la propia trama que se está imaginando el espectador que sucederá (utilizando lo aprendido en otros films), que en un malvado villano con carisma y don de gentes, que esta corrompido por el poder y la ambición.
Entonces, ¿no tenía ninguna duda? ¿Sabía perfectamente que no me iba a decepcionar? ¿Estaba al cien por cien seguro, de que mi alma más salvaje y despiadada, iba a disfrutar como disfruto hace 3 años? No, lo siento, no soy una máquina, así que no puedo estar seguro segurísimo de nada en absoluto. Siempre estará ese miedo, esa precaución, que como un pepito grillo, pero menos positivo, me advierte de que no me la juegue, poniendo en lo más alto del listón, algo, que no he visto aun. Y bueno, esta vez, se ha equivocado.
Ya estábamos hartos de tantas películas de acción que se hacían a granel para que la maldita cartelera y los gustos de los espectadores, al menos se vieran “satisfechos”, con una dosis de adrenalina, a la que le falta mucho más guion bien ejecutado, que ejecutar al guion, con tiros, explosiones, malos cansinos que vuelven a intentar destruir el mundo por octogésima vez, pectorales marcados formando una tableta esculpida en cientos de gimnasios pero con un cerebro tan diminuto como un guisante y escenas, que lo único que hacen expresar en tu rostro, es un “póker face” y un bostezo de vez en cuando, para decirte de que ya es hora de que pienses bien, que películas vas a ver al cine. Y todo esto, hace que esta, sea una verdadera y satisfactoria película de acción, en la que dejamos de lado la fuerza bruta y empezamos a utilizar las habilidades que nuestro gran cerebro nos tiene guardadas.
El actor Taron Egerton vuelve a repetir como protagonista, y lo hace demostrando que cada actor tiene su toque personal, y que un actor, no se puede llamar “actor” si no sabe demostrar que puede hacer cualquier papel, y en este caso, el de un joven y apuesto inglés, que cuando está en pleno frenesí de movimientos, parece un pulpo repartiendo leches, no lo hace nada mal.
Colin Firth reaparece mágicamente para el disfrute de todos, pero con secuelas que le impedirán (a medias) regresar a ser el maestro “Kingsman”, que Gary Unwin necesita, como mano derecha e izquierda.
Pedro Pascal se está convirtiendo en el actor de moda, y eso no me desagrada en absoluto, porque tiene un aire carismático y embaucador, que te impide apartar la mirada hacia otro lugar, cuando el aparece en escena.
Julianne Moore, como no, ejemplar y magníficamente maléfica y con un estilo de psicopatía, que se está viendo mucho en los nuevos villanos que están naciendo; piel de cordero, colmillos de lobo.
Para desgracia de los fans de Channing Tatum, el pobrecillo, solamente aparecerá en 5 ocasiones contadas, y no durara su presencia más de 2 min. Solo os voy a decir, que le han dado más protagonismo (un protagonismo de lo más “wtf” y divertidísimo) al cantante británico Elton John.
Explosiva, concentrada, y una de esas películas que agradeces haber ido a ver al cine, por dejarte ver una vez más, que segundas partes, sí que pueden ser buenas, y que al género de la acción, aún le quedan muchas hostias que repartir, con ingenio y maestría.
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