A 47 metros
- alexzv955
- 13 ago 2017
- 5 Min. de lectura
Allí bajo no vas a encontrar nada que te haga sentir mejor. Nada que llene tu corazón de dicha y alegría. Nada que le detenga, tras olerte desde lejos, y ver tus pies juguetones, removiendo el agua cristalina, que de un momento a otro, será teñida con tu sangre, por uno de los depredadores más peligros que han surcado los inhóspitos mares de este mundo. Nadie te obligo a bajar allí. Vosotros solos, con el único argumento de pasar un buen rato, contemplado desde las profundidades del angosto mar, como esta bestia submarina, se pasea por vuestro débil y destructible artilugio, pensado que sería divertido, estar más cerca de la muerte, mirarle a los ojos, y que la adrenalina surque tus venas, llenando de miedo y euforia todo tu cuerpo, hasta que el cansancio y el sufrimiento que llevas acumulando durante años, sean evaporados en una solo minuto, del que te acordaras toda tu vida, si consigues salir de allí, con todas tus extremidades en su sitio.

Por desgracia, esta películas “indie” de las que nadie oye hablar nunca, y su paso por las salas de cine es fugaz, e incluso no por todas las salas del mundo logra presentarse, es una de esas películas, que aunque sea excelente en muchos sentidos, nadie sabrá que ha existido jamás, ni que podría haberles otorgado, momentos con demasiada tensión estática, a sus corazones deseosos de pasarlo mal, pasándolo bien. Pero, mientras haya gente como yo, que cada semana, repasa muy detalladamente la cartelera y sus próximos estrenos, buscado films a los que echarles el diente, vayan a triunfar o no, podemos estar tranquilos, porque siempre estarán ahí, para comenzar algo, para ser los primeros de alguien, para que directores desconocidos salgan de entre las sombras, y se hagan ver, aunque solo sea por unos breves momentos, en los que su fama fue imaginaria, y su triunfo escaso, pero acompañado, de otras muchos oportunidades para volver a resurgir.
Los tiburones. Todo un clásico del terror marítimo. ¿A quién no se le estremeció las carnes, cuando en “Tiburón”, cuando esta solitaria bestia sembraba el caos y la muerte en las playas de un pueblecito perfecto, para ser usado como bufet libre, con sus bañistas desconocedores del peligro que anidaba en esas tranquilas y fresquitas aguas? ¿A quién no le entraron ganas de encogerse en el asiento y tener a mano una buena cruz que usar como arma contra estos escualos más inteligentes que los humanos que lo crearon, en “Deep Blue Sea”? El tráiler nos entrega otra sobre dosis de adrenalina, para que pasemos claustrofobia y un miedo lógico y salvaje, que nuestro instinto más primitivo, ha tenido muchos años antes, de que este monstruo marino, llegara a las salas de cine.
Me pongo muy triste, al ver, como films de esta clase, que no son valorados como deberían, solo porque pertenecen y han sido subvencionados por empresas cinematográficas de no tan pronombre como “Universal”, “Warner” o “Sony”. Y otro fallo que les a podio causar tal pésima recaudación, es estrenarse en un mes poco abundante de clientela en la taquilla, y aún más, si no te patrocinas como es debido. Estas cosas son las que no me dejan dormir por las noches. Las que revientan de rabia, al ver, como una película de “terror”, sale más victoriosa económicamente, por el mero echo, de estar respaldada por empresas, que se han ganado un gran sitio en el cine, solamente, por coger 10 guiones, 10 directores, una subvención decente, y que si de 10, 5 ya logran superar los gastos económicos de las 10, aunque no sean para tirar cohetes, ya les vale, para volverse a morderse la cola, y seguir haciendo películas, perdiendo el sentido y la esencia básica y lógica, que hace que pelis tan buenas como estas, caigan al vacío del olvido, y que nadie, aparte de los cinéfilos empedernidos como yo, sepa de su existencia, y hayan disfrutado gratamente, de su rápida presencia.
Confiar en mí, no tengáis miedo de ir a ver películas que no conozcáis, fiaros de vuestros instintos, no de vuestros miedos, ya que ellos solo os están previniendo de una decepción, pero al no ir a verla, les estáis dando más poder, y que así, el miedo, siempre decida vuestras acciones. ¡Puede que os decepcione, pero también puede que no! Yo no me esperaba encontrar una de las mejores pelis de terror de este año, pero tampoco me espera encontrarme una pésima película, ¿Por qué? Porque he mantenido mis expectativa relajadas y en ayunas.
¿Qué está pasando con el cine de ahora? Las pelis que deberían dar, verdadero miedo. Esas pelis que te las estampan en la cara como producciones tremendamente sobrecogedores, que arremeterán contra tus emociones como mil dagas que atraviesen tus miedos, solo logran adquirir de ti, una pésima, y desdichada, y sencilla satisfacción, por haber pasado un rato divertido y entretenido. Pues os voy a decir que ha pasado: Que el dinero no hace una buena película, sino un buen guion, una buena dirección, y un buen reparto. Y ahora viene lo malo de este film.
Aunque la mayoría de cosas que encontrareis aquí, serán escenas que se os clavaran en los pulmones sin encharcarlos del todo, también encontrareis, las clásicas estupideces, que ya en todas, y cada una de las películas de este gran género, se han podido presenciar, por ser las estupideces y las incongruencias, que el ser humano comente, cuando está bajo presión. Puede que haya personas que mantengan mejor la calma y contengan sus miedos bien encerrados bajo llave, pero no sabemos cómo vamos a reaccionar, y eso fallos del sistema que podemos ver en todas las pelis de terror, son clásicos, e inevitables; ninguna se libra de su aparición. Pero estos errores se perdonan, cuando pasas sentado la mayoría del tiempo, viendo como tus labios y tus uñas van obteniendo un color azulado mortuorio, que no sabes si es que la película te esta sugestionando demasiado, o los de Cinesa se han paso con el aire acondicionado.
El director Johannes Roberts con coloca una bombona de oxigeno antes de entrar a la sala, y después la empieza a llenar poco a poco de agua, pero con pequeñas advertencias, de que estamos a punto de ver, que de una excitante y emocionante excursión bajo las aguas de un mar tan oscuro como la boca de un lobo, se va a trasformar, en la experiencia más inolvidable, que estas ingenuas extranjeras, han vivido en su vida. Cuando hablo de un mar oscuro, no lo digo en broma. No exagero. Lo único que podréis ver, es lo que Johannes Roberts, quiere que veáis y escuchéis, ya que lo único que en vuestros oídos se clavara, será la tensa respiración de la protagonistas, conjunto la banda sonora, que se aparea a la perfección, con un silencio penetrante y perturbador. Y esa es una de sus mejores apuestas, que es combinar oscuridad con impotencia, y después mezclarlas en una aterradora y estimulante claustrofobia, que te hace mantener la respiración, pensando que a ti también se te va a agotar el oxígeno; es algo que muchos directores de este arte, no han conseguido, en todos sus años de carrera.
Los tiburones son los protagonistas en segundo plano, porque el primer plano, está reservado para esta pareja de actrices que son Claire Holt y Mandy Moore, que no logran satisfacernos del todo con una impresionante y apoteósica actuación, de esas que te quedas con la boca abierta, a merced de cualquier insecto volador, que quiera anidar en tu interior, pero si que hacen a la perfección de ingenuas e idiotas extranjeras, que para una vez que van a un país desconocido, piensan que la mejor idea, es sumergirse en el agua, con un equipo de chapucero, pero no más chapucero que los que llevan este mortal negocio. En ese sentido, sí que ha habido momentos, en los que me han entrado ganas de lanzarles un Oscar de chocolate, para ver si así, se animan un poco más en conversación y actuación.
Estimulante, excitante, y una de esas película que agradeces haber ido a ver al cine, por dejarte disfrutar de un buen rato de lo más aterrador y claustrofóbico.
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