Inside
- alexzv955
- 5 ago 2017
- 6 Min. de lectura
Hay algo mucho más poderoso que todas las armas atómicas y nucleares que pueden arrasar países enteros. Mucho más poderoso, que el primer amor de verano, de un chiquillo y una chiquilla de 15 años, que por fin descubren lo que una anhelaba en sus románticas películas, y otro deambulaba por sus pensamientos llenos de hormonas. ¡Mucho! muchísimo más poderoso que cualquier sentimiento de rabia, impotencia o venganza, que el ser humano puede atesorar en su corazón, mientras se le va comiendo por dentro, esa desagradable sensación, que no para de repetirle una y otra vez, que debe acumular más odio y frustración, para que cuando llegue el momento, ese espantoso ser que te provoco estas espantosas emociones, no tenga tiempo ni de sentir ningún remordimiento.

¿Qué cómo puedes conseguir esta arma tan poderosa? No puedes conseguirla así de fácil ¿Te preguntas cuál es su precio? Su precio es incalculable, y cuando digo incalculable, es que no tiene ningún precio. ¿Pero hay testimonios que aseguran que la han visto en acción, no es cierto? Y tanto que sí. Millones de testimonios a lo largo de la existencia de la vida en la tierra. ¿Entonces porque no puedo yo tenerla? No puedes tenerla, porque no es ningún tipo de objeto. No puedes tocarla, es invisible. Se trata de una fuerte sensación. Una firme y contundente armonía y conexión, que se crea a partir de un vínculo irrompible, del que jamás podrás ser consciente de el ni sentirlo en tu corazón, si en el no anida ningún tipo de amor. No lo busques. No lo llames. No intentes destruirlo, ya que tus esfuerzos se verán avasallados, por el amor más puro y más verdadero, que habrás visto y sentido jamás. El amor de una madre por su hijo, es el amor más potente de todos, y si intentas acabar con él, te llevara por delante, como una locomotora, con una venda en los ojos, y sin railes.
¿Nunca os ha pasado, que cunado veis por primera vez algo, un vestido, una canción o algún mueble para el salón, no os convence en absoluto, pero, cuando estáis a solas con vuestros pensamientos, no para de veniros a la cabeza, esa sensación, de que ese algo, debe ser vuestro, que tenías que volver a verlo? ¿Que a la primera no os convenció, pero una extraña sensación de añoranza y ansia, se apodera de vuestros pensamientos, y tenéis que levantaros e ir a contemplarlo, a escucharlo, a tocarlo una vez más, para estar del todo convencidos, de que de verdad lo necesitáis? Pues eso me ha pasado exactamente con esta película.
Cuando vi el tráiler por primera vez (que fue una semana antes del estreno), no note nada de nada. Ninguna sensación que me obligara a apuntarlo en mi agenda cinematográfica, y si hiciera falta, hacerle un apretado hueco entre mis rutinarias visitas al cine. Pero, un “run run”, me estaba carcomiendo la cabeza, y me decía en voz bajita pero clara como la de Heidi, que porque no veía otra vez el tráiler. Que a lo mejor se me había pasado algo por alto, algo, que la primera vez no pude ver con claridad, y puede que ahora, una segunda vez, y con la idea de encontrarme algo que me sorprendiera, puede que me topara con algo, que me llamara la atención. Y bueno, si estoy aquí, relatándoos esta crítica, está más que cristalino, que algo toco mi fibra sensible, y me hizo dirigirme al cine a visualizarla.
Si, lo sé, no es el tipo de terror al que estáis acostumbrados. Pero antes de juzgar tan duramente una película, que tiene intenciones muy buenas, tenéis que pensar, que el terror al que estáis acostumbrados a ver, es un terror reciclado. Es un terror mediocre. Es un terror que las productos cinematográficas se tragan sin pensárselo dos veces, y después nos lo regurgitan en nuestras pantallas con un trepidante y terrorífico tráiler, para que, como tontos, como alimañas atraídas por un cebo, caigamos de nuevo en la trampa, vayamos al cine, y salgamos cabizbajos, y con el único deseo de olvidar la mala experiencia que hemos pasado, y lo incautos que hemos sido, al pensar, que nos iban a ofrecer, algo que nos asustara de verdad. Y aunque esta película no sea de diez, y tenga sus fallos, como cualquier película de esta género, os puedo asegurar, que esta la segunda mejor película de terror que se ha estrenado este año, ya que no puede intentar superar a “Déjame salir”. Vamos a pensar lo que decimos. Vamos a pensar muy bien, lo que de nuestra cabeza sale por la boca o por los dedos, porque una buena cinta de terror como esta, que aunque no sea extraordinariamente escalofriante, cumple con lo prometido. Se merece un respeto, al darnos, lo que muchas pelis de este tipo, ni siquiera nos ofrecen sin querer.
E de alabar a esta película, y aunque sea el único que lo haga, lo hare con la cabeza bien alta, porque yo, personalmente, y habiendo visto muchas, pero muchas películas de miedo, he de decir sinceramente, que me lo ha hecho pasar mal, en muchas ocasiones. Quitando los comentarios de los ignorantes, que se creen con derecho y capaces de juzgar una película, solamente porque no ha superado sus expectativas. A estas personas, les voy a dar el consejo de su vida: Jamás de los jamases tengáis buenas expectativas sobre un film, ya que si tropezáis con esa piedra, os daréis en los dientes contra otra mucho más grande, al descubrir, que vuestras sensaciones, eran demasiado exageradas.
¿Pero, sabéis lo que ha hecho que esta película, saque más críticas malas, que buenas, si quitamos las que no tienen ningún argumento sólido o prematuras ideas? Que en ocasiones es un tremendo y aterrador film de los que te acorralan en el asiento, sintiendo el mismo pavor e impotencia que los protagonistas, y en otras ocasiones, es una desquiciante y maltrecha cinta clásica de horror, de esas que tiene tantos fallos de guion, y tantas incongruencias sobre la escena, que te dan ganas de levantarte del asiento, y empezar a aporrear la pantalla. Y no olvidemos a los policías. Siguen siendo tan inútiles y tan incompetentes como siempre, que el único servicio que otorgan a la trama es encharcar el suelo de sangre, y manchar aún más las manos, de una asesina, que logra matar a casi todo el repertorio de personajes que aparecen, utilizando solo la venganza y la ira que apodera en su roto corazón. Y bueno, lo mejor de ella, que es interpretada a la perfección por Laura Harring, es que es indestructible. Ya pueden rajarle el brazo, chocarse contra el parabrisas de un coche o ser quemada con aceite hirviendo, que eso a ella le da igual, es familia de Michael Myers, y eso para ella solo son caricias de terciopelo.
De todas las películas que ha dirigido el director Miguel Ángel Vivas, esta es la que más me ha gustado. Y no a sido muy difícil elegir, porque su filmografía es escasa, y una de ellas que es “Extintion”, fue una de las peores experiencias que he pasado en el cine, ya que me tuve que enganchar los ojos a las cejas con celo, para no dormirme, en las que fueron las horas más aburridas y desesperantes que he pasado nunca. Pero bueno, hoy vengo a darle las gracias por mejorar, aunque su mejora no haya sido perfecta. Nos entrega una trama con una idea claustrofóbica e interesante, ya que en muchos momentos, utiliza la sordera de la protagonista, para otorgarnos una tensión cortante y palpitante, de la que hace que te muerdas las uñas, y la pierna te se vuelva loca, a la espera de que el sonido vuelva, para romper el misterio y presión, que se estaba anudando en nuestra garganta. La duración del film es la ideal, ya que no se te hace ni muy pesada ni muy fugaz; dura lo que tiene que durar.
Una de las joyas de esta más que decente cinta persecutoria, es la actriz Rachel Nichols, que aunque no es una de las estrellas del panal de actrices de moda, logra sorprendernos y hacer que fijemos toda nuestra atención con mucho cuidado, disfrutando de cada gesto y de cada desafortunada acometida, que el terrible y cruel destino, le prepara con desdén y una morbosa obsesión, por hacer que las almas de corazón puro y lleno de felicidad, sean torturadas sin compasión.
Amenazante, demasiado clásica, y una de esas película, que agradeces haber ido a ver al cine, por demostrarte, que no hay que hacer caso al cien por cien, a todo lo que te dicen, hasta que tus ojos son testigos de las palabras que has leído o escuchado.
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