Dia de patriotas
- alexzv955
- 8 jul 2017
- 6 Min. de lectura
No todos los héroes llevan capa. No todos los héroes llevan una máscara o antifaz. No todos los héroes llevan un traje impecable e indestructible. No todos los héroes deben tener súper poderes o dones sobrenaturales para poder salvar vidas. Todos podemos ser héroes, si tenemos la valentía y el corazón necesario para serlo. Algunas personas, sin saber cómo, se levantan una agradable mañana de verano, en un día normal y corriente. Dan el mismo paseo matutino cerca del rio. Van a trabajar como si nada nuevo fuera a pasar. Pero algo de repente, sin previo aviso, derrumba su cuotidiano día, destroza su ser por completo, y una presión de miedo y terror le agarrota el pecho, convirtiéndolo en una víctima, en un superviviente, en un mártir, que será recordado durante unas pocas semanas, y luego su nombre caerá en el vacío, siendo sustituido por otro amargo acontecimiento, o por una nueva extraña y perturbadora moda. No hay victoria, cuando hay muertes de por medio, no para los llamados héroes, que hasta que la muerte pique también a su puerta, vivirán cada día, el día en el que descubrieron los límites del ser humano. El día en el que su corazón se partió en dos, y una capa negra y pútrida, volvió a juntar esos dos trozos, como si eso fuera a aliviar, el dolor que gangrena su ser.

Soy un morboso. Lo admito: Soy-un-morboso. Me encanta ver (dentro de la morbosidad curiosa humana), como la gente (dentro del mundo del cine y las series de televisión), pasan calvarios innombrables, que te encojen el alma durante noches no dejando que tu mente, aparte esas terribles y escalofriantes imágenes, que harían vomitar bilis y sangre, al mismísimo Dios todopoderoso, el que se supone que nos creó a su imagen y semejanza. Somos una sociedad morbosa y cotilla. No todos, eso está claro, pero hay algunas personas, como yo he admitido, que nos gustan los desastres naturales y las estampidas de gente huyendo desesperada de un atentado terrorista. Pero no significa que nos guste ver sufrir a las personas. No significa que nos gusta presenciar las cientos de muertes de inocentes, no por motivos malvados y sin corazón, sino porque el momento en el que yo llamo “la cúpula del trueno”, ese momento en el que un silencio penetrante y alentador, ahoga el ambiente. La gente mira a su alrededor, sin inmutarse de nada. ¡Ciegos!, que no ven el tormento que se les va a caer encima. Ese tenso, y exasperante momento, que son esos pocos minutos, en los que tú, como espectador, querrías lanzarte a la pantalla, para avisar a esa pobre gente, pero lo único que puedes hacer, es sentarte, agarrar bien fuerte los brazos de la butaca, y notar como la adrenalina va acumulándose en tu eyector, preparándola para que cuando llegue la esperada masacre en masa, tu estés más o menos preparado, para aguantar el subidón de pulsaciones descontroladas, que arremeten contra ti. Y todo esto, los yankees, lo saben hacer a la perfección. Y como ejemplo de su descarado don, para sacar partido de la desgracia ajena, y así ganar “dinerito fresco”, esta película.
El 15 de abril de 2013 alrededor de las 14:50, en la Maratón de Boston, Estados unidos, un atentado terrorista hizo que 3 personas perdieran la vida, y otras 282 fueran heridas de gravedad. Hoy en día no recordamos ya ese día, incluso algunos ni todavía se han enterado, pero pasó, y este espectacular y grandioso film, muestra las horas más impactantes y trágicas, de ese monstruoso día. Os aviso de antemano, ya que lo que este film me ha hecho sentir, es tan fuerte, que la tristeza y la rabia que en mi corazón ahora están batallando para hacerse un hueco en el, es bastante grande: No vayáis a ver esta película, si soy personas frágiles, si soy personas que no soportáis bien la presión, si soy personas, que ver tanto sufrimiento continuo y si edulcorar, os destroza el alma. Esta película, hará que salgáis del cine, andando de otra forma, moviendo los dedos de los pies sin parar y acariciando cada trozo de carne de nuestra pierna, como si fuera la primera vez, que os dais cuenta, del don tan preciado que tenéis.
No me esperaba encontrarme con esto, lo digo muy en serio. Yo sabía que iba a ser una película bastante cautivadora e impactante, pero lo que no sabía, lo que no tenía ni idea, es que me iba a encontrar, con este choque de emociones descontroladas, que me han arrebatado cada milímetro de todo el cariño y el amor que habitaba en mí, y lo han sustituido por una pena y una amargura tan grande y tan poderosa, que no podía dejar de mirar a la pantalla, no podía mover ni un centímetro de mi cuerpo.
Lo malo de saber lo que va a ocurrir en una película, es que tu cabeza te está recordando una y otra vez que va a ocurrir, que va a ocurrir, que va a ocurrir, pero no sabes ni cómo ni cuándo. Y esos momentos tan agobiantes, han hecho que perdiera el control de mis pulsaciones, que aceleraban a un ritmo tan extremo, que he tenido que ponerme la mano en el pecho y respirar profundamente, para que no rompieran mis costillas con tanto bombeo. Y en cuanto el terror llega, en cuanto la primera explosión arremete contra el fulgor de la gente, y después la segunda termina de matar un silencio tan cortante, que si lo tocabas podías rebanarte un dedo. Lo primero que se escucha en la sala, son los gritos. Son gritos de terror, gritos de dolor, gritos de pavor, gritos de ayuda. No puedes hacer nada, solo notar como un eléctrico cosquilleo va subiendo por tu nariz, hasta llegar a tus ojos, y volverlos tan rojos como la sangre que ha quedado impregnada para siempre, en el ardiente asfalto de la carretera.
Como ya he dicho, he visto muchas películas en las que gente inocente muere sin ninguna explicación, mas allá de honrar a un dios, que jamás te dijo que hicieras tal barbarie. Pero jamás, y puedo prometer ante lo más sangrado de mi vida, que lo había pasado tan mal, como lo he pasado, presenciando tal atroces imágenes, que han hecho mella en mi mente por completo. Ha habido un momento, en el que pensaba que no aguantaba más, y tenía la intención de levantarme del asiento, e irme, pero no podía, tenía que verlo. Las imágenes te encogen y te entristecen, porque sabes que eso ha pasado de verdad, no es como las catástrofes naturales, o los ataques alienígenas que los americanos se sacan de la chistera, todo ese mal, toda esa pena, y todo ese padecimiento, ha sido vivido en primera fila, por cientos y cientos de personas, que cuando empezaron a correr, jamás se imaginaron, que acabarían viendo con sus propios ojos, como es el mismísimo infierno.
Peter Berg es un director, que le gusta jugar (siempre desde el respeto y la profesionalidad de su sector) con los acontecimientos más terribles que han hecho llorar a Estados Unidos, y al mundo entero. Ya vimos su gran poderío en Marea Negra, y en el Único superviviente, pero es que hoy, señoras y señores, ya podéis olvidaros de toda su filmografía hasta esta película, ya que esta, desbanca a todas las demás, con fuerza y un apasiónate don para escandalizar. Peter Berg, sabe cómo llegar al corazón del espectador, pero eso muchos directores lo han hecho, ¿Qué tiene de diferente él? Pues que esos otros directores, llagan al corazón del espectador, con un solo sentimiento, con una sola emoción, potente, eso es indudable, pero con una sola. En cambio, Peter Berg, mete en una botella la tristeza, el dolor, la rabia, la venganza, el terror, la desesperación, la angustia, la depresión, y todo el repertorio que hace al ser humano único en este planeta, y con esa botella, te atraviesa el torso sin dilación, sin previo aviso, desconectando tu cerebro del cuerpo, viéndose el pobre inundado por miles de sensaciones que transmitir a nuestros músculos y a nuestros huesos, bloqueando a nuestro corazón y nuestra mente, haciendo que seamos un pobre saco de carne traumatizada, que está experimentado, uno de los momentos más tormentosos y torturadores, que podrá ver en la gran pantalla. Gracias Peter, lo que has hecho ha creado una cicatriz más en mi pobre corazón, pero solamente sangrara, por mi bien.
Y para que este excitante y estremecedor largometraje, fuera aún más imponente y conmovedor, el reparto se viste de gala, eligiendo nada más ni nada menos, que a las estrellas más sobresalientes del sector del cine, como Mark Wahlberg (que ha estado impresionante), John Goodman, J.K. Simmons y Kevin Bacon. Sin vuestro fantástico trabajo, esta película solo habría sido un 9.
Sobrecogedora, estremecedora, y una de esas películas que agradeces haber ido a ver al cine, por conmover tanto tu corazón, que no sabes si el sentimiento que estas emanando por los poros de tu piel, es sufrimiento, angustia o terror.
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