Ghost in the Shell
- alexzv955
- 8 abr 2017
- 8 Min. de lectura
Según cuentan, el alma es algo que perdura para siempre. Es una especie de aparición corpórea trasparente, de nuestro pasado ser, que permanece, que no se olvida, que no muere jamás. El alma es lo último que queda en este mundo, o en el otro, cuando nuestro cuerpo deja de funcionar, y nuestro último grano de arena, desfallece en el socarral del tiempo. Me gusta creer, que no vivimos para siempre, que no somos inmortales, que cuando nos muramos, no vamos a ir al infierno o al cielo, y vamos a disfrutar o a ser castigados según nuestras acciones. Me gusta creer, y espero que no esté equivocado, que cuando nuestro corazón deje de latir, y la última bocanada de aire roce nuestros labios, no tengamos que seguir siendo la misma persona, no tengamos que seguir vagando por la tierra por nuestros pecados, no tengamos que vivir para siempre, sin tener la oportunidad de conocer el resto del mundo, desde una nueva y apasionante perspectiva. Y cada vez creo que esto puede ocurrir, pero no me refiero a la reencarnación espiritual, sino a la virtual. Que algún día, en el que no creo que ni yo ni mis hijos estemos presentes para presenciarlo, podamos decidir si vivir, o morir, si seguir siendo la misma bolsa arrugada andante de huesos y carne, que camina sobre un delgado hilo que se decanta hacia su muerte, o un humano con cuerpo de robot, y consciencia humana. Y no, no me refiero a Terminator, ya que Terminator es un robot con conciencia robótica y apariencia humana. Si llegara ese día, en la realidad, y no en el cine como en esta ocasión podemos contemplar, la humanidad, tal y como la conoceos, llegara a su fin, y reinara una nueva era llena de

incertidumbre y un terrible final para las pocas personas que aun luchan por conservar su verdadero ser; las maquinas, habrán ganado la guerra, y creeremos que somos nosotros sus amos, pero será todo lo contrario.
Esta, más que claro, que una de las cosas que me impulso a abalanzarme sobre la taquilla cinematográfica, y decidir ver esta película en concreto, no fue su estilo futurista y desconcertante. Tampoco fue su apariencia extraña y llamativa, una apariencia que te atraía a un mundo de lo más complicado de entender, pero que aun así, te llamaba la atención. No, no fue ninguno de esos motivos los que hicieron vibrar todas las células cutáneas de mi piel. La razón por la que he decidido, sin lugar a dudas, ir a ver esta grandiosa película, es la aparición de la diosa afrodita, que camina ante nosotros, simples mortales, para que podamos deleitarnos con su imponente y escandalosa apariencia. Si gente, estoy hablando de la preciosa Scarlette Johansson, una actriz que tiene todo lo que, en mi opinión, debería tener una mujer; aunque por desgracia, el destino nunca nos llegue a juntar, incluso ahora que está soltera. ¿Porque sigue soltera no? Bueno, que nos debíamos del tema principal, que aunque la protagonista sea está maravillosa obra de arte humana , a la que le doy mil gracias al padre y la madre que la parió, sólo es el 99,9%, que ha hecho a este película ser increíble. Es broma, el 60% y punto.
He odio muchas quejas sobre esta película, y he visto estadísticas, que la desbancan como un fracaso monumental; simples falacias, en mi opinión. La gente, al parecer, aún no está preparada para este mundo tan extravagante y moderno que aquí se nos presenta, y eso no es culpa ni del guionista, ni del productor, ni del director, y mucho menos de Scarlette, ya que la culpa la tiene la gente, por no dejarse llevar, por este paraíso tecnológico, que empapara tus emociones, con un elixir de los más excitante. Así que dejemos de decir que una película es mala, y más aún si no te has dignado ni a presentarte a la sala de cine. Como ocurre con las votaciones electorales: si te quieres quejar o aplaudir sobre el partido que ha salido ganador, ten al menos la cara de presentarte a votar, si no es así, mejor te quedas calladito. No estoy ni obligando ni exigiendo que le guste a todo el mundo, ya que eso es un hecho imposible, aunque espero de verdad que me comprendáis, debemos mostrar respeto, nos guste o no, y tener una mente objetiva, al criticar una película, que con tan buena fe la han realizado, nos guste o nos deje de gustar, o este en tercera posición en el ranking de cartelera. Esto no quita que no sea una trepidante aventura. Y para grandes películas que no han triunfado en la cartelera, os pongo como ejemplo “Crudo”, una desgarradora y horrorosa película, que no está hecha para los estómagos sensibles.
Y ahora es cuando los entendidos en los temas de libros o comics, en este caso, se pondrán a echar espuma por la boca y a estirarse de los pelos, al ver como su comic favorito, es destrozado por una productora cinematográfica, solo para llevarse una gran suma de dinero, que les haga crecer en esta pecera llena de tiburones, que es el cine. Pues os voy a decir una cosa, que no es una cosa nueva que suelo decir, pero como veo, que me sigo encontrando con comentarios despectivos y agresivos hacia esta cinta cinematográfica, que antes de pisar la gran pantalla, fue un comic bastante famoso, del que desconocía totalmente su existencia hasta la llegada de esta película a mi vida, os debo decir lo que digo siempre que me encuentro en este debate eterno: Cuando un libro o comic, pasa a ser una película, no esperéis nunca jamás, que os gustara más que vuestra versión de papel, o que la superara, o que la imitara, ya que, jamás de los jamás, algo que fue creado para ser leído, y no visualizado, puede alcanzar el mismo nivel, en el cine. Así que vamos a dejarnos de tonterías, y a centrarnos en la trama de esta “nueva” creación de este nuevo mundo futurístico.
Ya desde un principio, notas que no es ese tu lugar favorito para vivir. Te entran ganas de llorar. Un nudo se te enreda en la garganta, y tus manos se contraen contra los brazos de la butaca, al pasar por ti una sucesión de imágenes extrañas y deprimentes, al ver este supuesto mundo, en el que puede que algún día, lleguemos a vivir la raza humana. Te toparas con un Japón convertido en un festival de publicidad holográfica, en donde la mayoría de los seres que deambulan por sus tecnológicas, pero grisáceas calles, son mitad robot, mitad humano, y eso es uno de los puntos más fuertes de la historia, ya que no podrás distinguir quien esta creado a partir de circuitos y piel sintética, y quien es una persona de carne y hueso, tal y como la naturaleza mando que fuéramos. Te recordara muchísimo al universo de Matrix, en el que las maquinas intentan dominar nuestro ser y mente. Pero la diferencia de este mundo y el otro, es que aquí somos nosotros quienes hemos dejado entrar a la tecnología a nuestro cuerpo. Hemos sido nosotros quienes les hemos abierto la perta de par en par, para poder disfrutar de las ventajas de vivir en una era en donde si queremos, podemos desafiar al tiempo y a la muerte, con ingeniosos trasplantes de hígado, corazón, o cerebro.
Lo que más te gustara de esta increíble y bella historia, en donde el alma luchar contra la máquina que pose su hogar, es eso mismo, la batalla encarnizada que se produce entre las fibras artificiales del cuerpo de nuestra protagonista. Te descolocara, eso es cierto, pero te quitara de un sitio inadecuado, para colocarte en otro más eficaz e ilógico al unísono. Lo que más echaras en falta, es la acción desenfrenada y dramática, esa que te corre por el cuerpo como una inyección de adrenalina en tu corazón, que te hace abrir bien los ojos, y contener la respiración el tiempo suficiente, para sorprenderte. No estoy diciendo en absoluto que no te vaya a sorprender, porque sí que lo va a hacer. A lo que me estoy refiriendo, es que, con tantas ideas explosivas y caóticas, que podrían haberse sacado de la manga, para endulzara con sangrienta amargura la escena, y así darle al espectador más exigente en el ámbito de los tiroteos una buena dosis de hostias que te parten el cuello en dos, se han quedado “un poco cortos” en ese único sentido. Pero, si lo pensamos otra vez, puede que así, tal y como esta, con pequeñas dosis de acción, dispersas adecuadamente en distintos puntos de la película, sea exactamente como tenga que estar, ya que los que conocemos las idas de hoya de los americanos, cuando se trata de destruir y mascarar ciudades enteras, o matar por matar, también conocemos lo erróneo en sus demostraciones de poderío, que acaban con “mucho ladrar pero poco morder”.
Puede que no hayamos visto tanta “operación destruir la ciudad”, porque el director inglés Rupert Sanders, no es estadounidense, y por sus venas no corre el ímpetu y la locura, de crear batallas ilegibles e ilógicas, de las que sí, disfrutas, pero disfrutas por obligación, ya que sabias perfectamente lo que te ibas a encontrar cuando elegiste esa película y no te vas a levantar de la butaca e irte a ver “Palmeras en la nieve”. Lo que Sanders quería darnos, es un impresionante y apoteósico nuevo mundo, en el que todo parece ser normal y corriente, con avances tecnológicos aparentes, y que fura todo como una gran ciudad: con sus barrios ricos y sus barrios pobres; con su humo de condensación que crea situaciones de pánico en medio de la noche; con sus gigantescos rascacielos que intenta tocar la mano de dios; con el ansia y avaricia que crea el dinero, y hace nacer en el interior de los corazones indefensos, la misma sed y necesidad de poder, que los corrompe por dentro, y termina sido su propia soga. La atmosfera estéril y demacrada que ha querido resaltar, te arranca una falsa sonrisa, al estar en presencia de un ambiente, que aparenta ser algo, que en realidad quiere devorarte y zamparse tus tripas. Hace que te sientas desorientado y confundido, y eso no es un fallo, no, es un gran logro, ya que el objetivo de todo director, es conseguir que el espectador, se convierte en el personaje que está viendo, que sienta lo que él siente, que llore por lo que el llora y que luche con la misma furia e ímpetu, con la que el protagonista está luchando. Por último, he decir, que en mi opinión, y creo que los que han visto el final con detenimiento, no será la última película que se estrene de este universo, ya que el final te dice a gritos invisibles, que esto aún no ha acabado.
Bueno, ya sé que siempre acabo describiendo lo que el protagonista me ha trasmitido a mí, y lo que ha querido trasmitir al público, pero creo que ya he dado mi firme aprobación, a la tremenda e imponente actuación de la actriz Scarlette Johansson, que ha logrado, con su mirada salvaje, y su cuerpo moldeado por el mejor escultor, arrancarme de nuevo, una sonrisa tonta, y embelesar mis sentidos, con pasión, decisión y maestría.
Poderosa, desconcertante, y una de esas películas que agradeces haber ido a ver al cine, por dejarte ver, hasta que limites llegara la humanidad, para ser inmortal.
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