Kong: La isla de calavera
- alexzv955
- 12 mar 2017
- 6 Min. de lectura
Cuentan las leyendas más antiguas de la selva, que el rey que allí la habita, no es el león, ni ningún animal que puedas imaginarte, o pueda provocarte pesadillas de las que te despiertas rodeado de sudor y gritos. Estas leyendas, y repito de nuevo para dejar claro que solo son leyendas, cuentan que es un animal, pero no uno que puedes encontrarte en un Zoo. No, esta cosa, esta apoteósica máquina de matar, que creo la naturaleza, un día que tenía el humor alto, no puedes domesticarla, no puedes llevártela a casa atada de una correa, no puedes intentar apropiarte de ella, ya que cuando pisas su territorio, su isla, formas parte de él. Eres un minúsculo aperitivo, que llevarse a la boca, solamente para que el hambre, se desvanezca durante unos segundos. Dicen, que mide como tres estadios de futbol puestos en vertical. Dicen, que al final de los brazos no tiene manos, sino garras tan grandes, que solo posarlas en el suelo, ya destruirían una ciudad entera. ¡Dicen!, que se esconde en una isla muy muy lejana, apartada de la mano del hombre, para que nadie pudiera acercarse, ya que si lo intentan, no volverán jamás. ¡Dicen! Que sus ojos son como dos lunas ardientes llenas de rabia y furia, y que tan solo con mirarlos fijamente, tu corazón se paraliza, causándote una muerte espantosa, pero menos cruel que la que

te esperaba, si esa bestia peluda, te hubiera partido en dos, como una frágil ramita. Las leyendas dicen mucho de esta poderosa y grandiosa bestia, pero lo malo de las leyendas, es que su intención es alejar a la gente de la muerte, y solo sirven para avivar las ganas de descubrir más sobre las historias que cuentan.
¿Ya está bien no? ¿Dejarle en paz un poquitín al pobre gorila este, no? Mirar guionistas y productores de Hollywood, una cosa es que queráis rememorar un clásico del cine como es “King Kong”, no lo aceptaría, pero visto que la anterior entrega se hizo con suma delicadeza y un respeto hacia el film, que me impresiono cuando yo era aún un chavalín, y aun hoy en día me sigue gustando bastante, os dejaría hacer otra película sobre este tema, no lo vería bien, pero os daría la oportunidad. Y otra cosa muy diferente, es que convirtáis, a este ser tan majestuoso y con corazón, en un monstruo peludo con una sed de sangre y matanzas, y que encima le aumentéis de tamaño, pero no unos “metritos” de nada, sino dos rascacielos de Nueva York posados sobre su cabeza. Eso ya está hecho con malicia, y con la única intención, de llamar la atención del público joven, aventurero, y lleno de ganas de adrenalina. No está hecho para gente como yo, que recuerda con lágrimas en las mejillas, aquel trágico final en el Empire State, en el que una bestia que por primera vez que descubrió el amor, murió por esa misma causa, a manos de una raza, aún más peligrosa.
Haber, esta claro que esta película, la he ido a ver porque me gustan las pelis en donde el ser humano, se enfrenta a seres monstruosos, y acaba perdiendo la batalla; me gusta ver como alguien nos baja los humos de vez en cuando. Pero menospreciar, que han elegido un reparto de lo más excelente, en donde podemos encontrar actores como Tom Hiddleston, Brie Larson, Samuel L. Jackson y John Goodman, es menospreciar la perspicacia y la buena vista que han tenido los directores de casting, al seleccionar intérpretes que cuajan con sus personajes con extraordinaria eficacia, dada su veteranía en el mundo del cine. Pero dejemos un momento de lado el reparto, y hablemos de lo que me ha hecho sentir la película, que es lo que todos queréis leer, para que cuando acabáis de hacerlo, me toméis la palabra, y que vuestro instinto decida por vosotros, como el mío ha hecho por mí.
Es un film que tiene mucho de otras muchas cosas. Tiene cosas de la anterior entrega, como el épico enfrentamiento de Kong contra dos “T-Rex”, que acaba ganado la batalla nuestro gigantesco amigo, con resquebrajamiento de mandíbula, con un impresionante salvajismo. Tiene, como no, un amor imposible e incondicional, entre un gorila y una bella mujer, en la que perdurara para siempre, en el eco de las balas de aquel edificio; no lo representan con tal platónico deseo, pero se pueden detectar pequeñas migas de una estrecha relación, que nunca cuajara. También tiene la aparición de seres legendarios más antiguos que el hombre, que solo tienen un cometido en la tierra, y es el de destruir, destruir y destruir, del que, claro, no podemos dejar de ver las similitudes entre Jurassic Park, y las salvajes alimañas que aquí aparecen. Descubrimos que esa bestia infernal, que pensábamos que quería comernos a todos, en realidad solo es un soldado de la naturaleza, creado para proteger y servir a todo ser vivo, que merezca vivir en la tierra. Como por ejemplo, nuestro amigo japonés “Godzilla”, que parecía que quería destruir el mundo, y había venido para todo lo contrario. Tiene mucho de muchas anteriores apariciones del rey gorila, pero por supuesto, también tiene cosas originales, como un nuevo punto de vista, de otros muchos más extraviados buscadores de leyendas, que se ven atraídos por una de ellas, que sobre sale de entre las demás, y acaban descubriendo una isla, que en realidad es un mundo sorprendente y tremendamente perturbador.
El director Jordan Vogt-Roberts jamás se había enzarzado en una súper producción como esta, en la que se requería una potencia y un potencial, en saber llevar la acción, en caminos opuestos a lo ya visto, que era muy difícil que lograra satisfacer a los cinéfilos empedernidos como yo, que estamos más que acostumbrados y nada asombrados, en ver como seres del inframundo, se enfrentan al hombre, por su orgullo y codicia. Y no lo ha hecho nada mal este director que porta una barba tan negra y espesa como la de nuestro enano “Gimli” en el señor de los anillos. No lo ha hecho nada mal, pero tampoco se aparta mucho de lo visto en muchas ocasiones, en pelis dirigidas a una acción intrépida y descocada, que abre todos los poros de tu piel, y acelera tus pulsaciones; lo que viene siendo una peli clásica de guerra, en donde te puedes encontrar explosiones, muertes y disparos.
El olor húmedo y tropical que trasmite por todos los bordes de la pantalla, gracias a unos ejemplares encuadres panorámicos, en donde podemos visualizar con esplendor y magnificencia, un lugar tan insólito como bello, tan tranquilo por fuera, como mortal en sus entrañas y tan misterioso como esclarecedor, solo hacen crecer aún más, nuestras ganas de lucha y sangre, entre pequeños y diminutos seres de carne y huesos, y unos seres hechos, creados, y transformados a lo largo de los años, para desgarrar, destripar y mutilar. He de decir que muy muy originales no han sido con la creación de estos monstruos legendarios. Sí que es verdad, que a veces echarle demasiada imaginación, cuando se está intentado engendrar animales, que tienen muchos parentescos con los dinosaurios, puede terminar siendo tu condena y tu soga, ya que el público es muy exigente y muy muy muy raro, y te pueden pedir algo nuevo, pero querer que sigas siendo conservador con lo que ya han visto. ¿Cómo consigues eso? Con ingenio y astucia, como la que han tenido estas personas, que han pensado que mejor vamos a tirar por lo seguro, pero vamos a ponerle patas más largas, ojos más potentes, y dientes más afilados y mortíferos; cosas que de por sí, nos dan “cangele”.
La trama ya de por si te incita, te invita a que sigas viendo como terminaran estas pobres almas, que se han cruzado con algo más grande que ellos, pero no más grande que su ego, que les pide a gritos, de nuevo, que no le hagan caso, pero que si eso, en vez de salir de la isla, se vayan matar, a quien se supone que les ha condenado a este martirio; una descripción bastante clara de lo que es el ser humano. Solo los americanos son tan tontos y tan listos, para volver a enfrentarse a un desafío tan grande como es retornar a este dios de la selva a la gran pantalla. Pero como ya he dicho, son tontos en el sentido de encarar una misión casi suicida. Son listos en el sentido, de que saben perfectamente, que la mayoría de espectadores que van al cine, no son adictos a dicho arte, y solo van para pasar una tarde en pareja o en familia, con mucha variedad en la parrilla cinematográfica.
Potente, vibrante, y una de esas películas que agradeces ir a ver al cine, porque de vez en cuando, siempre va bien que al hombre, le bajen los humos.
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