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Fences

  • alexzv955
  • 25 feb 2017
  • 5 Min. de lectura

Tú tienes la culpa de todo. Tú tienes la culpa de ser diferente. Dios te hizo diferente a los demás, para que las personas normales pudiéramos identificar a la primera, sin correr el riesgo de caer en tu pozo abominable de mentiras y maldad, que eres menos que nosotros, que nosotros somos mejor que vosotros, que nosotros somos superiores a vosotros. Vuestra oscura piel no oculta vuestro vil propositivo en este mundo, no sois más que la escoria que nos sirve como recogedores de toda la porquería y la inmundicia que habéis sembrado. No servís para nada. Solo soy capaces de obedecer a la raza predominante, la raza pura. Nosotros somos vuestros dueños, y os pondremos la correa en el cuello, para ahogarnos y que nos obedezcáis con sumisión. No tenéis derecho a hablar, no tenéis derecho a decidir, no tenéis derecho a comer cerca de nosotros, ni tenéis derecho a vivir junto a mí y los míos. Sois muchos menos, porque así hemos querido que sea y así debe seguir siendo. Nunca tendréis el voto pensar, sin que una mano blanca os lo ordene. Vais a vivir siempre en la miseria. Vuestros hijos vivirán en la misma podredumbre y decadencia, que vosotros, sus padres, le habéis dejado. Si llegara el día, en el que mi voz no pueda mas gritaros, mi muerte ira detrás de la tuya, ya que yo soy vuestro amo, y así debe ser. Duras palabras, ¿cierto? Pues estas palabras que ahora mismo serian escandalosas, revolucionando el mundo entero, hace no demasiado años, eran más normales de lo que podéis llegaran a creer. Y por desgracia, detrás de toda esa lucha, fotos multiculturales de árabes, africanos, latinos y norteamericanos, riendo de felicidad, y retratos de una mano blanca abrazada junto a una mano negra, la mayoría, solo son mentiras, falacias, máscaras que se ponen los racistas modernos, para poder convivir en una sociedad, en donde los estereotipos raciales, aún están a la orden del día.

Da mucha vergüenza seguir viviendo en un mundo, en donde la gente sigue viendo extraño que una mujer trabaje, o tener un jefe negro, en vez de estar limpiándole las botas con la lengua. La superficie ha cambiado, pero en sus entrañas siguen pensando en ponerse una bolsa blanca en la cabeza, y cabalgar con antorchas y sogas, hacia un grupo de afroamericanos, para colgarlos en la plaza mayor, como perros que son.


La pena y la compasión, no son en absoluto lo mismo. Pueden parecerse en la expresión de una persona, pero para nada, son iguales. La pena, es sentir que tú eres mejor que una persona, que está pasando por algún tipo de apuro, y te da lástima. La compasión, es reflejar igualdad, comprender a esa persona que tanto está sufriendo, abrazarla, y decirle: No te preocupes, yo estoy aquí. Os preguntareis que a qué viene esta introducción tan aclaratoria, ¿no? Puede que no, puede que los que ya me conozcáis, sepáis, que mi intención es manipularos con amabilidad, para que sepáis que hay cosas en los humanos, cosas que parecen reales, y después solo son un montón de mentiras enmascaradas con estériles y edulcoradas emotivas expresiones de aprecio. Pues esta vez es para deciros, que no sintáis pena por ningún personaje de esta extraordinaria película. Ellos no quieren transmitir pena, su objetivo no es que lloréis viendo como sufren, su objetivo es hacernos saber, que somos humanos, y que aunque los tiempos cambien y las televisiones sean más planas, las personas, seguimos siendo personas, nos equivocamos, nos caemos, hacemos daño, y sufrimos; la vida es un coctel amargo de amor y esperanzas frustradas.


Es una película, que no estamos acostumbrados a ver. Y hablo en nombre tanto del público en general, y de los más cinéfilos, ya que su entusiasta y exagerada manera de explotar los diálogos, con escenas continuas, que no sabes cuándo van a terminar, agradan, por su sincera y real forma de conmover al espectador, con imágenes y secuencias, que alteran el corazón del mas mezquino. La idea de rodar una secuencia, sin cambiar de escenario, es la idea a la que no estamos acostumbrados, ya que en una película “normal” veríamos que la trama, se va desarrollando en distintos lugares, con distintos personajes. Pero aquí no, aquí no hace falta nada más que unos cuantos actores excelentes, y saber que los diálogos proporcionados, serán bien recibidos por todos, con cariño y agradecimiento. No es una película para llorar, es una película para sufrir. Claro que puede que se te escape alguna lagrimita, ese lagrimita escapista, que crea tu cuerpo para exteriorizar y demostrar, que eso que acaba de suceder, te ha llegado al alma, a lo más profundo de tu corazón. Pero esta es una de las grandes razones, por las que debes elegir este film, sobre todos los que hay en la cartelera. Claro está, que si tienes la oportunidad de visitar el cien más a menudo, “Multiple”, podría ser una más que certera opción de alimentar tus ganas de cine.


Denzel Washington, como podemos ver en esta ocasión, aparte de ser un gran actor, también es un gran director, que sabe perfectamente, lo que el público quiere. ¿Lo que todo el Publio quiere? No, por desgracia, ningún director de cine, que haya nacido en este planeta, ha agradado al 100% de los espectadores, sin conseguir ni una sola mueca, ni un simple “Bha”. Denzel, no ha construido una película para gente impaciente, que solo quiere ver acción, tensión y que a su corazón le den mi vuelcos durante toda la proyección. En absoluto es para gente que busca adrenalina empedernida y sin censurar. Aunque parezca mentira, tampoco es para gente, que lo que quiere ver, es que las injusticias de la vida, provocadas por el hombre, se arremeten contra nuestros trabajadores personajes. Es una película para sentarte a escuchar, para sentarte y entender, para sentarte y reflexionar, sin violencia racial. Puede que no la llegues a entender del todo. Yo, que he estado meditando durante horas, sobre lo que he visto, y que soy medio veterano en esta clase de género, puedo decir sin lugar a dudas, que no es un film corriente, de esos que se fabrican con desgracia ajena, para entristecer y empequeñecer los corazones de la gente. Es un film, que lo que le hace grande, es la franqueza que desprende en cada dialogo que mantienen los actores, es la naturalidad despiadada que desprende la vida, sin suavizarla ni edulcorarla, para no ofender al público. Es el estado más alto y más puro, de una realidad pesimista y desgraciada, en donde la felicidad y la esperanza, conviven atrincheradas.


Denzel Washington (y ahora hablo de el cómo actor) ha hecho muchísimos papeles, con los que le ha arrancado a la gente un sabor tan grande de satisfacción, que no sabes cómo agradecérselo. Pero es que como lo podréis ver en esta ocasión, jamás lo habéis visto. Es furia, es trauma, es verdad, es crueldad, es todo lo que la vida es, pero expresado en una auténtica actuación, que no puede numerarse ni medirse.


Viola Davis hace de una ama de casa, que su único trabajo es ser mujer, y trabajar en sus tareas diarias. Pero no solo interpreta a una simple madre del hogar, sino que interpreta a la poca esperanza que allí habita, interpreta a unos límites que se pueden romper con fe, interpreta a todo lo bueno y necesario que necesita una casa, para sobrellevar la ruleta de infortunios que se vienen y se han venido sobre su familia.


Extraordinaria, inusual, y una de esas película que agradeces poder disfrutar con tanta realidad y falta de engaños “dulcificados”.




 
 
 

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