Resident Evil: El capitulo Final
- alexzv955
- 5 feb 2017
- 6 Min. de lectura
El Zombi. Ahora al escuchar esa palabra, en estos tiempos tan modernos que corren, en donde los niños se ríen del hombre del saco, y las pesadillas que antes nos hacían huir al refugio de nuestros padres, son divertidas anécdotas de sueños moviditos, no nos infligen ni temor ni escalofríos, ya que el universo del cine, los ha explotado hasta tal punto, que ya han perdido su don de causar pánico en la mente de la gente. Pero yo recuerdo, que hubo una época, que un zombi, sí que daba verdadero miedo, ese miedo que te congelaba la sangre, y te hacia gritar de terror, mientras te descuartizaban con bestialidad, las imágenes de personas que retornaban de la muerte, para comerse a sus seres queridos. Un zombi, era un alma en pena, que deambulaba por el mundo en busca de una presa, a la que hincar sus dientes, y llevarse un delicioso bocadito de carne (preferiblemente humana) para saciar su voraz e incansable apetito asesino. Son especímenes primitivos, que solos, no causan más que un divertimento en los más morbosos en el ámbito de la tortura, pero en manada…huy, huy, huy, ya puedes tener una buena ametralladora, o unas buenas piernas de atleta, porque si no, ya sabes que tendrán esta noche de cena.

Todo, al igual que la muerte, debe llegar a su fin. Es la lógica inquebrantable de la naturaleza, ¿no? ¡Pues no! ¡Aquí no! ¡En Raccon city no! ¡Ni hablar! ¡En el mejor universo cinematográfico de zombis no! Aquí la muerte no es el final del largo camino de la vida, es una trasformación monstruosa, que nos convierte en seres sanguinarios y primitivos, que solo buscan zamparse un trozo de carne fresca, de la misma raza, a la que ellos antes pertenecían. Y al igual que la muerte no es el capítulo final de nuestra historia (al menos no en el cine), para Residet Evil, tampoco lo es. Y aquí tenemos un gran ejemplo, de cómo Estados Unidos, explota, explota, rebota y en su cara vuelva a explotar, una de las mejores sagas de Zombis, que para mí, es la mejor, ya que no hay muchas más que elegir. E decir, y vuelvo a decir que es mi humilde y sincera opinión, que las únicas películas buenas de esta saga, las que de verdad merecen verse otra vez en el cine, las que de verdad te atraen a la pantalla y te cautivan con sencilla violencia, son las tres primeras entregas, ya que las otras dos, solo son sacos inservibles de elipsis estáticas e inertes de morbosa diversión. Lo único que han hecho las dos anteriores a esta última, son hacerse daño a sí mismas y conseguir que los fans de este género, sientan vergüenza ajena.
Por suerte, o por un don que cada vez temía que hubiera desaparecido de su persona, el director y guionista Paul W. S. Anderson, ha sabido retornarnos aquellos tiempos y aquellos temores agradables, que sentíamos al adentrarnos en un universo muerto y desolado, por un virus que mutaba a la gente, y la hacía convertirse en bestias homicidas sin juicio ni razón. El director Anderson, ha tenido muy buenas películas a lo largo de su carrera, pero en su filmografía, como no, destaca entre todas el bello y aterrador film, que nos introducía en unos laboratorios, en donde se hallaban en cada esquina, monstruos que querían destriparnos de arriba abajo, y beberse nuestros fluidos cerebrales. ¡Fue todo un taquillazo! Y el comienzo de una nueva era en el género del terror y de los zombis. Pero como todo taquillazo, debía superase con una segunda parte; lo hizo con esplendor. Pedían más de lo mismo, y con “Extintion”, nos dejó sin palabras. Pero, ahí se acabó la magia, ya que cuando, sin ideas y presionado por un público impaciente, que les daba igual que le sirvieran un excremento de película, mientras llevase su firma en una bandeja de oro, volvió a tropezar, con la misma piedra que “Ultratumba” les dejo, cayó en un pozo de “hagamos pelis de acción en donde los zombis son inteligentes pero siguen teniendo las mismas ganas de matar”; ahí nació venganza, y ahí se desvanecieron mis esperanzas. Aquí, tenemos otro gran ejemplo que el cine nos da, cuando nos dice que debemos reflexionar detenidamente, antes de hacer algo, de lo que podamos arrepentirnos luego. Y tras un descanso de nada más ni nada menos que cinco “añazos”, Anderson se dio cuenta, que se había equivocado, y que lo que de verdad queríamos, no son novedosa acrobacias y peleas con gigantes encapuchados, que nos intentan matar con un martillazo del copón, lo que hemos querido siempre, es lo mismo de siempre: Acción, acción y acción, pero con lógica.
Gracias al cielo, que es lo que podemos ver aquí, ya que si tu idea es poder respirar alguna vez durante su proyección, amigo mío, mejor que antes de entrar a la sala, cojas todo el oxígeno que tus pulmones puedan soportar, porque lo que te vas a encontrar, no va a dejar ni un solo momento, que tus papados caigan ni un centímetro, ni que tu conciencia vague por la sala, escuchando el toser de ese pobre hombre, que ha hecho caso omiso, a las advertencias dichas anteriormente. Es un potentísimo film, que no te dejara insatisfecho, ni te esperaras, que una sexta parte, de una saga que viene arrastrándose por el fracaso, te pudiera sobresaltar de tal forma, que tus ojos y tu boca se secaran, al no poder controlar tus músculos, que se han quedado engarrotados, en la última encarnizada batalla, que la increíble Alice, te ha mostrado con furia y determinación.
Volverás a esa ciudad, en donde comenzó todo. Volverás a esa instalación llamada “la colmena”, en donde la muerte cobro vida. Volverás a alimentarte con la misma sangre y la misma carne podrida, que la brillante primera entrega, te estampo en la cara, para que disfrutaras pasándolo mal. Sí que es verdad, que el miedo que antes se apoderaba de tus emociones, no es tan fuerte, porque no olvidemos, que ninguna película que hagan o han hecho, es igual que la original, y que esta, intenta darnos con toques de claustrofobia y persecuciones interminables y enloquecedoras, en donde sabes, que alguien va a morir, y tú vas a estar ahí, para que se te escape esa sonrisita maniaca, que refleja el placer asesino, que todos los fans de la casquería, escondemos bajo la piel. Una cosa que me ha gustado, pero que no me a sorprendió en absoluto, es que han querido utilizar las clásicas reglas que rigen en un film de terror, en donde un asesino en serie persigue a un grupo de personas que huyen desesperados; uno a uno van cayendo como moscas, hasta que el culpable aparece, el traidor se desenmascara, o el héroe, debe enfrentarse cara a cara con el jefe final.
Una de las cosas que más me ha agradado y mareado, es la forma alocada y sorprendente, de grabar las escenas, sea cual sea su objetivo. Había momentos en los que me tenía que limpiar las gafas, porque se me empañaban del vaho, que emitía mi boca, al respirar aceleradamente, pequeñas gélidas dosis de emoción y luchas encarnizadas. No veremos criaturas que hayamos visto antes (sí, yo también estaba pensado en los “Lickers”), pero las que veremos, no dejaran el listón bajo, y nos harán temblar antes su bestialidad y sus afiladas garras. Tampoco volveremos a ver a Ada o a Lion S. Kennedy, que puede que fueran lo mejor, de la quinta entrega; no sabremos que ha sido de ellos, tras el término de su última aparición. Es una película llena de efectos especiales, eso sin duda, pero, ¿qué película de acción, ahora, no conlleva utilizar efectos digitales para impregnar al espectador aún más en una historia, en donde si no fuera por estas herramientas, la trama se quedaría en nada?
Milla Jovovich es la hembra de acción por derecho propio. Hay muchas actrices, como Angelina Jolie o Scarlett Johansson, que deslumbran y “abobaliconan” a los hombres (yo también me incluyo) con su carismática y sensual belleza, pegando hostias a “to quisqui”, pero como Milla, no hay ninguna. En sus ojos se puede ver el arder de las llamas de la venganza y la ferocidad de un tigre hambriento por matar, destruir, y no parar hasta que nada ni nadie siga en pie. Y es por eso que ella, más que ninguna otra actriz en este género, deslumbra y apasiona, encogiéndonos en el sitio, y dejando boquiabierto, a todo aquel, que este en su presencia, pero no por su figura de musa del Olimpo, sino por la manera de repartir caña, con tremenda pasión.
Imponente, incansable, y una de esas películas, que consiguen que derrames una lagrimita, por poder volver a disfrutar, de una verdadera peli como las de antes.
Comments