Ouija: El origen del mal

“Solo era un juego. No pretendíamos herir a nadie. No queríamos que pasara nada malo. Solo quisimos probar el juego, del que todo el mundo habla. Solo queríamos divertirnos, jugar y reírnos. Pero no sé qué paso. Dejo de ser un simple juego, y paso a ser una cacería de un ser inexplicable e invisible, que nos perseguía uno a uno, hasta que todos los participantes de este macabro divertimiento, hubieran muerto entre sus garras.” Estas son las palabras de los pocos afortunados, que pueden agradecer o maldecir, ser los últimos en perder, en un juego que nunca tenía como objetivo divertir. Pueden estar satisfechos de contarlo todo, a través de su propia boca, y no a traves de un vaso de cristal y un tablero.

No juegues con lo que no puedes controlar. No intentes descubrir que hay más allá de lo que tus ojos pueden divisar. No tientes a la muerte, porque sus súbditos te arrastraran de la cabellera por una alfombra forjada por clavos oxidados, y mientras tu rostro es regado con tu sangre, tus súplicas serán escuchadas, por los oídos equivocados. Te preguntarás que donde esta Dios para detener esto. ¿Dios? ¡Ja! Dios hace tiempo que nos dejó a nuestro libre albedrío, y no se le ocurriría romper su promesa, por unos estúpidos humanos, que metieron sus zarpas en una boca del lobo, más profunda y desolada, que el pozo que se traga, las esperanzas de los que allí habitan.

Solo es un juego de mesa, un estúpido tablero, un inofensivo trozo de madera, tallado y creado para pasar una noche de terror, asustando a tus amigos. Es nada más que eso, ¿verdad?

Sabía que era una segunda entrega, y por esa razón, mis expectativas estaban más bajas que intermedias. Pero una luz de esperanza agitó mi decadente profecía, dándole la oportunidad al estudio y a la gente que vio la primera parte, de comenzar desde cero, con nada más ni nada menos, que con una precuela, que se suponía que arreglaría el agrio sabor de boca que dejó su antecesora.

El director Mike Flanagan nos ofrece en época de brujas, una buena película de terror, para que lo vamos a negar. Aunque si queréis que os mienta, os puedo decir que es un peliculón de 10, que os hará “cagaros” literalmente en los pantalones con terroríficas y espeluznantes escenas. Pero no será así, o al menos para veteranos como yo, curtidos en los campos de batalla más sobrecogedores, que el ser humano ha creado para la gran pantalla. Es una extraña mezcla entre “La morada del miedo”, “La casa” y la primera entrega, pero combinando toques que te dan escalofríos y otros toques que te dejan la piel de gallina, por el frío inerte de no provocarte nada más que un ligero levantamiento de párpados.

Como ya he dicho, no es una mala película de terror, porque a los que no están acostumbrados a films de terror y saltan al mínimo susto bromista, les provocará varias subidas de tensión y miradas alrededor, para comprobar si hay alguien más contigo.

Podría describir la actuación de Annalise Basso y de Elizabeth Reaser, pero prefiero enfocarme en una de las razones por la que la película no me ha decepcionado del todo: la inofensiva y angelical jovencita actriz Lulu Wilson, que con su mirada inocente y apartada de cualquier mal que puedas imaginarte, esconde su secreto, en lo más profundo de su envenenado corazón, helándote la sangre, y confiando en sus arrebatadores ojos azules, que de seguro, te arrancarán una “cuqui” sonrisa.

Llevadera, miedosa y por lo menos mejor que la primera.