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La chica del tren

  • alexzv955
  • 23 oct 2016
  • 3 Min. de lectura

Una solitaria y aburrida vida, que pertenece a una aún más solitaria y aburrida chica, donde nada en su vida normal, puede quitarle lo que su volátil y borrosa imaginación recrea cada día, en el vagón de aquel normal tren, de una normal ciudad. Esa es Reichel, una chica normal, en un tren. Su único e inseparable mejor amigo es el alcohol; el que nunca le abandonara. Hasta que un día que al parecer iba a ser igual de normal que los demás, su aburrida y cuotidiana vida, se ve absorbida y atrapada en una espiral de suspense, intriga y terror incondicional, a no saber quién es, que has hecho, y que hará.

Aquí nos enfrentamos al mismo dilema, a que a todos los críticos de cine nos ha costado cuestionar, diseccionar y criticar: Hacer una crítica de una película basada en una exitosa novela. La película contra el libro, las palabras y la imaginación, contra la interpretación y la gran pantalla. ¿El ganador? Pues de momento le va pegando una buena paliza la literatura al cine (al menos en este ámbito en concreto). Jamás, o al menos que yo haya visto u oído con estas dos orejas que la naturaleza me ha regalado, una película ha superado a un libro. Eso es algo tan simple y esperable, como que cuando llueve, la acera se va a mojar.

Cuando a los fans de un libro que les ha mantenido en vela noches enteras, a los que se lo han zampado tan rápido, que no les ha dado tiempo a digerir su magnífica trama, a los que les a desencajado la mandíbula y les ha hecho gritar de dolor o alegría, interrumpiendo su mente de un desfile de palabras indescriptibles. Cuando a estos fans (y yo me señalo como uno), se les presenta la oportunidad de que las páginas se conviertan en personas reales en la gran pantalla, se les presentan dos cuestiones: 1-Ver como su libro favorito pasa de la imaginación a imágenes en vivo. 2-Ver como sus sueños se rompen en mil pedazos, al ver como una multinacional cinematográfica, destripa la historia a su antojo, para gustar a todo el público y no a los fans del libro, que deberían ser la principal razón para hacer la película. Os pregonareis que ha pasado esta vez y que he sentido yo, ¿no? Pues os lo diré resumidamente, respetando el origen del film, no el film en sí: Una desfragmentada y olvidadiza historia, donde la confusión, el miedo, y la inquietud, te rodean con un abrazo descompuesto, lluvioso y desolado, donde si hay escasos copos de alegría y entusiasmo, tienes que quedarte mirando un buen rato, hasta encontrarte con que dichos copos, no existen aquí. Os volveréis a preguntar que a donde voy con tanto verso poético, ¿no?, pues voy a que se han saltado muchísimas escenas magnificas del libro, desechándolas como “innecesarias” para que no se volviera demasiado larga y así aburriera a la gente. Tate Taylor, tú no tienes del todo la culpa, pero como hacemos con los pobres sudamericanos de Vodafone: que te den.

No me ha decepcionado al 100%. Y todos pensareis: ¿Pero cómo no te ha podido decepcionar si las estas poniendo verde? Sí, no han hecho una buena adaptación cinematográfica de un magnifico betseller, pero por suerte la historia sigue “más o menos” la misma trama que en el libro, y la interpretación de Emily Blunt y Haley Bennett, que, bufff, que decir, que-decir, de estas dos actrices maravillosas, sorprendentes, sobrecogedoras y humanas, muy humanas, logran mantener esta descarrillada película, que otra vez, se ve sumergida hasta el fondo del mar, con otras pelis que han intentado competir, con un libro.

Destripada, descabezada y bueno, para los que no han leído el libro no está mal.


 
 
 

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