Morgan
- alexzv955
- 24 sept 2016
- 3 Min. de lectura
Cuando el ser humano quiere dejar de ser un simple trozo de carne inútil y tiene aspiraciones imposibles y una cabezonería digna de un burro, nada ni nadie puede detener. El ser humano siempre ha querido ser dios, se cree que el mismo es dios, y se comporta como un dios todo poderoso que puede crear lo que sea sin consecuencias que arremetan sus actos. Pero la naturaleza siempre ha estado ahí para frenarnos, y si cruzamos la delgada línea que separa la realidad de la lógica, ella contrataca con todas sus fuerzas, devolviéndonos la jugada, de una forma limpia y digan de la verdadera diosa que reina con disciplina y bondad en el mundo entero.

Llegará el día en el que las personas no nos reproduzcamos practicando el acto sexual, o eso, quedara solo para experimentar una de las mejores experiencias que la vida nos podrá aportar. Ustedes creen que alguno de nosotros, o nuestros hijos, o los hijos de nuestros hijos, podrán presenciar, la abominable aparición de un mercado libre, donde podrás elegir cuando tener a tu bebe, que color de ojos quieres que tenga, si tendrá el pelo largo o corto, ondulado o lacio, negro o blanco, médico o ingeniero. La ciencia se ideo para curar enfermedades, para hacer la vida más llevadera, para ayudar a la gente, no para empezar a crear humanos en con un juego de “Quimicefa”.
Un recinto cerrado y misterioso, alejado de la civilización, rodeado de agua y árboles que tapan sus intrínsecas entrañas. Experimentos fallidos, una fuga, y un ser extraordinariamente peligroso que persigue a todos para matarlos uno a uno, para poder conseguir su ansiada libertad. Vamos, como un Alien y un Jurassic Park, donde los humanos volvemos a cagarla estrepitosamente.
¿Qué es lo más cruel de encerrar a alguien en una habitación? ¿Dejarle en un habitáculo sin ninguna ventana hacia el exterior y sin ninguna posibilidad de poder ni tan siquiera sentir el sol palpitando su piel? ¿O entregarle una imaginaria vía de escape, donde cada día cuando se levante, sus ansias de poder tocar el cielo azul, se vayan incrementado por días, y sus ilusas ilusiones, se precipiten hacia una desagradable decepción? Si creas una vida, y la encierras, no esperes que este conforme ni que intente escapar de todas las maneras posibles.
Intentaron crear un humano a partir de cables, jeringas y experimentos fallidos, pero lo que consiguieron fue crear un maquina con forma de persona, sin personalidad, sin emoción, y sin corazón, y después la encerraron como un león, bajo las atentas miradas de cientos de personas, que cada día van a observar, a un ser vivo que cree que no hay nada más, detrás de ese cristal, que refleja su hogar, convertido en cárcel.
Si no llego a tener la aplicación de “Cinesa”, ni me entero de que esta película ha salido a cartelera, y eso es un fallo gravísimo para el equipo de Marketing, ya que no han llamado la atención del espectador con ningún increíble spot publicitario en televisión, y ni con carteles invasores en las calles; no lo han promocionado como es debido.
No es una película que de miedo, ni que te aterrorice el alma, ni que te deje pegado al asiento con los ojos como un búho nocturno, que contempla al acecho a su próxima ratonil presa. Más bien, te hace sentir compasión, tristeza, intriga, decepción por tu propia raza, angustia, impotencia y una extraordinaria soledad y añoranza.
Un filme de ciencia ficción y modernización. Una belleza real y humana que engancha los parpados a la cuenca del ojo de vez en cuando sin poder parpadear (y por suerte muy a menudo), mientras esperas un final que agrade a todos por igual, y que agradar sí que lo consigue, pero no a todos por igual.
El director Luke Scott sigue los pasos de su increíble padre, y no comienza nada mal, lanzándose a una piscina llena del todo, enseñándonos un documental futurístico sobre la próxima evolución humana, formando una película que atrae a un público muy exquisito.
Parece que la protagonista es la escalofriante e intrigante Anya Taylor-Joy, pero comparte escena con la potente e implacable Kate Mara, que hace de “James Bond” femenina con una sensual y atrayente perfección, con sintonía y pulcritud.
Poderosa, provocativa y subestimada.
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