Los hombres libres de Jones
- alexzv955
- 20 sept 2016
- 2 Min. de lectura
La guerra estalla a gritos, la niebla de los cañones empaña el cielo de gris, la balas surca el horizonte como cometas abatidos por su desganada vida como estrellas, y la muerte aparece en escena con naturalidad y sabiduría, llevándose consigo a miles de almas inocentes y culpables, que serán condenadas a formar parte de la estaca de la inacabable historia.
La libertad es nuestra desde el primer día que nacemos, desde el primer paso y caída, desde el primer rayo de sol que acaricia nuestra piel con bondad y cariño, desde el primer rostro embriagador de una explanada verde zafiro, que nos encanta con un hechizo bienintencionado, que las garras de la codicia y poder, nos lo arranca sin permiso, ni honor, ni corazón.

Es una de esas películas, que después ves que tiene críticas impresionantes y genuinas, y ya es demasiado tarde para verla en el cine, que es precisamente su lugar. Es una de esas películas que se estrenan como mucho 2 al año, de estas que te traumatizan de una encantadora e impensable y dolorosa forma, llenándote de sangre, explosiones, y llantos de angustia y dolor tu desquebrajada mente, por presencia tales actos inhumanos, que por desgracia formaran parte de la raza humana, todos los largos años que sigamos viviendo en este preciado mundo.
Tienes que contener las lágrimas de tristeza, para no llorar de pena. Tienes que ponerte la mano en la boca, para no gritar de ira o venganza, y alzar la voz por las injusticias que tus ojos están presenciando. Tienes que seguir con los papados bien levantados, para no morir de dolor y sufrimiento, al escuchar como las viudas lloran, las balas forman truenos, y los padres cavan hoyos para enterrar a sus hijos, que han perdido en otra injusta guerra, donde cuando crees que ha terminado de una vez por todas, te das cuenta de que otra se está alzado poco a poco, con la luna que se despierta, porque el sol ya no puede presenciar más muertes sin justificación.
Pensar que a la gente les gustan las películas bélicas porque buscan un significado que expliquen el objetivo de las guerras, o que las ven para aprender un poco más de historia y así engrasar su mente con preciados estudios, es pensar erróneamente. La gente va al cine a ver una peli de guerra, por la sangre que se desparrama por la pantalla, para ver como cuerpos descuartizados saltan por los aires, para ver hasta dónde llegan los límites de su propia morbosidad por ver sufrir a los demás.
Si tuviera aquí mismo al director Gary Ross, le estrecharía la mano hasta desencajarle la muñeca, y el diría con una sonrisa de oreja a oreja: “Gary, has hecho que mis sentimientos se contradiga otra vez, y por eso te doy mis más sinceros agradecimientos”.
Matthew McConaughey: un actor que está a niveles apoteósicos de los demás mortales de la gran pantalla, que te deja la boca seca y desencajada, al no poder articular ninguna palabra o alguna especie de gruñido que pueda explicar tal interpretación talentosa y realista, que te hace sentir como si lo que estuvieras viendo, estuviera ocurriendo ahora mismo; Mc, lo has vuelto a conseguir pedazo de “cabroncete”.
Vividora, inspiradora y llena de crueldad.
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