La ola
- alexzv955
- 30 jul 2016
- 2 Min. de lectura

“Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva, los pájaros cantan, las nubes se levantan, que sí, que no, que caiga un chaparrón, que rompa los cristales de este indefenso hotel”. ¿Qué os creíais, e? ¿Qué podías controlar todo lo que os rodea, convirtiéndoos en dioses todopoderosos, que separan mares y convierten el agua en vino? Somos humanos; simples e insignificantes humanos. La naturaleza es nuestra anfitriona obligada, porque nosotros hemos decidido formar una civilización, donde ella pasa su larga e inmortal vida, sin ver lo que tiene en sus entrañas.
¿Quieres montarte una casilla en la orilla del mar? Atente a las consecuencias cuando una ola gigantesca te arrebate la vida. ¿Qué quieres pasar las vacaciones en un pueblecito californiano? Si te caes por una brecha gigantesca, es culpa tuya. ¿Qué quieres ser la primera persona en sobrevivir a un huracán? Hombre de dios, no digas tonterías y vete para casa que tu madre estará preocupada. La naturaleza es ciega, como la justicia, y su mazo de madera, no tiene justificación, ni alteración, lo que tiene que pasar, pasara.
Es una película que te recuerda mucho al filme español “Lo imposible”, por su empeño de plasmar en pantalla la aterradora experiencia que viven los aldeanos, de este pequeño pueblo noruego, y como intentan sobrevivir, a una de las amenazas naturales, más poderosos y estremecedoras, que el planeta tierra nos regala con esplendor y pavor: Un Tsunami.
No os asustéis si veis que al cabo de media hora, la máxima acción que habéis visto, es como a un hombre le derraman el café encima, porque después de más o menos ese tiempo –un tiempo bastante exagerado para lo que dura el filme- empieza lo bueno, lo que estas deseando ver: Como una ola gigantesca, arrasa una aldea entera, con el único objetivo, de quitar del medio, lo que no debería estar ahí, ya que nadie a obligado a estos aldeanos a aposentar su agradable e idílico poblado, en uno de los sitios más peligrosos del planeta; ellos sabían dónde se metían , cuando decidieron ir a vivir allí, o eso se supone.
No es que sea una película fulminante, de catástrofes naturales, pero tampoco es que te desagrade, más bien te recuerda al último capítulo de una mini serie, en la que hay un desenlace brutal y emocionante, después de 8 capítulos sosos e insípidos. El director Roar Uthaug, no sé si quería expresar en forma de película, el terror y la angustia, por ser devorado por una roca de agua, que se acerca sin frenos hacia ti, o las conversaciones que mantienen los personajes entre sí, cuando la tormenta ya ha pasado. Exactamente por eso, me pregunto yo, si no era mejor elección poner una hora de acción palpitante y continua, y media hora de explicación de la trama, que no una “casi” apática recopilación de escenas sin sentimiento, que te provocan un bostezo detrás de otro.
No he tenido la suerte de ver actuar jamás a Kristoffer Joner, por eso doy gracias a este filme, por mostrármelo, a mí y al público mundial, que desconocía su existencia, porque con excelencia, dolor y realismo, te engancha a su actuación, como un ancla se amarra en una roca.
Anodina, impactante y sustancial.
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