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Ahora me ves 2

  • alexzv955
  • 25 jul 2016
  • 3 Min. de lectura

La magia, ese misterioso paraje desconocido de la historia del hombre, donde tus más incomprensibles deseos se hacen realidad ante tus incrédulos ojos, rompiendo todas las teorías sobre los límites del universo. La magia, esa experiencia tan alucinante y desprovista de cualquier falta de tacto o aburrimiento, en la que todos creen y en la que todos son reacios a entender o comprender, que hay mucho más en un simple truco de cartas, en una sencilla adivinación de tu color preferido y en un clásico y visto escapismo de una cabina de cristal, llena de agua y muerte. La magia, tan sorprendente y abrumadora, que aun en estos largos y modernos tiempos, en los que la gente ya nace sabiendo todo sobre todo y todos, sigue causando aberturas de ojos en las personas que se quedan con la boca abierta sin parpadear o pronunciar palabra, sigue dejando petrificada a aquella gente que no sabe qué hacer, he intentado que su cerebro saque alguna conclusión lógica que explique tal milagro, y sigue divirtiendo e ilusionando a millones de personas, que logran captar la brillante esencia que esconde el mago, dentro de la chistera.


El ojo, ese poderoso órgano que lo ve todo y lo descubre todo en una milésima de segundo, y deja en calzoncillos al pobre y desdichado ilusionista, que quería hacernos creer que la bolita estaba en el cubilete rojo. El ojo, ese poderoso periscopio que lo detecta todo y jamás nos engaña, con burdas actuaciones de humo, confeti y movimientos hábiles de mano, que asoman el As de picas por la manga. Pues esta poderosa arma que todos utilizamos cada día para desentrañar y detectar el fallo en el truco, puede ser engañada, por su propia codicia y soberbia, por creer que lo sabe todo y lo puede ver todo.


¿Truco o milagro? ¿Estafa o diversión? ¿Visión o engaño? ¿Magia o ciencia? Tantas preguntas para tantas respuestas que conducen a un almacén entero que te deja con más incógnitas de las que tenías cuando empezaste a buscar y rebuscar entre cada apretón de manos, entre cada movimiento y entre cada paso que daba ese engañabobos, que lo único que ha querido desde el principio es darnos gato por libre, y hacernos creer que la magia existe de verdad, que no son simples trucos de “trileros”, que intentan sacarte la “pasta”, en un solitario parque a media noche, vendiéndote una mato, que en verdad es una bicicleta a la que le han quitado las ruedas y el manillar.


Mis primeras impresiones cuando visualice el primer tráiler, fuero excitación, emoción y una extraña mezcla entre profética decepción y milagros que muy pocas veces mis sentidos han podido encontrarse cara a cara. Pero también pensé que nos podíamos encontrar con una encantadora y entretenida segunda parte, que superaría mis expectativas y me dejaría con la boca abierta, una sonrisa de oreja a oreja y un movimiento de cabeza asintiendo a una perfecta maniobra de distracción, que dejaría perplejo al propio Houdini. Lamentándolo mucho, pero mucho mucho, mis expectativas se vieron estancadas –y no decepcionadas- en una intrépida y divertida sesión de magia, que mezcla “Ocean Eleven” y “Casino”, y no logra impresionar “del todo” a un alma curtida entre los mejores desenlaces, que te dejan clavado en el asiento, preguntándote como una peli puede frustrar y superar a tu adelantado ingenio cinéfilo.


Lo que todos queríamos ver, y lo que Jon M. Chu no nos ha dado, es lo que la primera nos regaló con maestría, perplejidad y fantástica fantasía, con trucos sublimes y magistrales, que dejaban al nivel del betún, tus escépticas creencias sobre que nada podía impresionarte o sorprenderte. Pero nos encontramos con escasas actuaciones que nos logran arrancar una sonrisa de satisfacción, de nuestra alegre pero un “pelín” decepcionada cara.


Lo admito: una de las cosas que me llamo a gritos mi atención, con una aparición que que no me la esperaba, fue la de Daniel Radcliffe, que en esta ocasión hace de excéntrico psicópata con clase, que quiere venganza y la cabeza de los jinetes. A ver, no me puedo quejar del reparto porque tanto Jesse Eisenberg, Dave Franco, Woody Harrelson, Mark Ruffalo, el maestro de la interpretación sobre pantalla “Morgan Freeman” y la nueva adquisición al equipo “Lizzy Caplan”, han estado soberbios, encantadores y sabían en cada momento cuál era su objetivo en la película.


Entretenida, de sofá y segunda entrega.



 
 
 

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