La hora de la araña
- alexzv955
- 22 jul 2016
- 3 Min. de lectura
Un lugar oscuro y desolado, donde tus gritos han quedado impregnados en las paredes mugrientas y mohosas. Ya no tienes voz para seguir pidiendo ayuda, ni esperanza de que esta ayuda venga algún día. Tus uñas están clavadas en la puerta de hierro y mientras te chupas la sangre de los dedos, te entra un feroz apetito salvaje, por empezar a probar un chachito de tu deliciosa piel. Estas lleno de moratones y no por una pasada paliza, sino por estar golpeando día y noche, una puerta imperturbable, que jamás caerá, hasta que tu caigas al suelo, exhalando la última bocanada de aire que tus pobres y hambrientos pulmones te piden como último deseo.

Un secuestrador es aquel que tiene mil caras y todas de ellas son iguales y diferentes a la otra. Un secuestrador tiene muchas maneras de que participes en su juego macabro, y que te adentres en un laberinto infinito e inhóspito, del que no saldrás con vida. ¿Qué hace a una persona querer secuestrar a otra? ¿El dinero? ¿La fama de ser recordado por la historia de los criminales más buscados del mundo y que algún actor de moda interprete tu arraigado papel? ¿Es la mera excitación por tener el control de la situación, por poder enseñarle al mundo que es tan frágil como una taza de porcelana, o el hecho de jugar a un juego trágico y funesto, del que hagas lo que hagas, des lo que des y supliques todas las veces que tus lagrimas te dejen ser derramadas, el final siempre será el mismo, la que convierte a un apersona en secuestradora, y al secuestrador en asesino?
Es una película de las de antes, de las que sabían mantener al espectador pegado a la pantalla, como un mirón observa desde su ventana, a la vecina de al lado, con deseos morbosos e innombrables. Se echan de menso filmes como estos, ya que los de ahora muy pocos logran sorprenderte, con giros inesperados de guion, escenas que te escandalicen de verdad, por la impotencia que sientes en ese momento y actores firmes, intrépidos y conservadores, que sabían cómo tomarnos el pelo, con sus extraordinarias e impresionantes interpretaciones.
Es una continua persecución, que junta a las mejores mentes del campo policial, en un solo objetivo: encontrar a la chica sana y salva. En muchos filmes, y no solo de ahora, sino también de antes, dejaban en muy mala estima a los pobres policías americanos, que los recreaban como zoquetes inútiles, que se sacaron el carnet de policía en una tómbola de una feria de pueblo, y eso es un hecho que ya cansa de ver, por eso agrada tanto ver esta película, porque tanto novatos, como cadetes, como tenientes o inspectores, saben muy bien cuál es su trabajo y lo cumplen al pie de la letra, sin convertirse en bufones de la corte real, que estornudan y se disparan en el pie.
Como se las apañaran estos de Hollywood, por inventar una nueva historia, en la que la intriga y los misterios colisionen en armonía. Lee Tamahori logra hacer gustar al público con su visión ochentera, en la que los polis son detectives y los criminales solo cometen hurtos y delitos menores.
Morgan Freeman no es un actor cualquiera, es un “actorazo” con todas las de la ley y se aganado esa reputación con increíbles oportunidades que ha aprovechado con grandilocuencia y soberbia. Es un actor que vale para toda clase de géneros, pero estamos más acostumbrados en verle en el género policiaco, porque tiene una cara de investigador privado o policía del FBI, que cuando lo ves ya piensas “ya va a hacer de nuevo de luchador filosófico, que pela porque la ley se cumpla a raja tabla. Excelente”.
Monica Potter es una alegre y jovial cara, que empatiza con todas las personas, con su agresividad y su potencia en su aspecto formal y decidido, que te deja ver que bajo ese manto de “Rotermeller”, yace escondido un alma libre y vigorosa.
Michael Wincott sabe muy bien cuál es su papel y lo ejecuta a la perfección, con delicadeza y demencia, digna de un asesino perturbado, que desea que todo el mundo le recuerde, por el mal que ha sembrado.
Imperfecta, conspiradora y continua.
コメント