Malditos vecinos 2

Una hermandad es un sitio donde con tus colegas, vivirás una de las experiencias más alocadas y espectaculares que solo cuando eres joven puedes apreciar, ya que tu consciencia y tu cerebro, aun no se han fortificado, con capas de oficinas, responsabilidades y crisis que superar. Las hermandades son sitios para pasarlo en grande, disfrutar al máximo de la eterna juventud y ya de paso probar algunas drogas y bebidas demasiado alcohólicas, para que tu lengua este curtida en mil batallas, y cuando seas mayor, puedas decir con la cabeza bien alta: “Cuando yo era joven sí que nos bebíamos porquerías de las buenas, porquerías, que te hacían asesinar a tu propio amigo, con un globo y tirarte al sillón de tu abuela”.

“Juventud, divino tesoro”. Nos hacemos mayores, eso es inevitable para todos. El tiempo pasa sin piedad por nuestras carnes, y las modas cambian tan radicalmente, que lo que antes era hacer botellón en el banco de “al lao” de casa de la Juani, hoy se convierte en vandalismo urbano, que ensucia las calles de latas, cristales de cerveza esparcidos por la acera, y música a todo trapo que los ancianos con el “sonotone” desconectado, se quejan del ruido. Antes sí que sabíamos montar fiestas de las buenas, y respetábamos cívicamente a todo el mundo. Los jóvenes de ahora están hechos unos guarros y unos descerebrados, que en lo único que piensan es en salir bien en “Instagram” y tener más “likes” que nadie en Facebook.

Nicholas Stoller nos da de lo bueno en forma de comedia irremediablemente estúpida, divertidísima e irresponsable con la sensibilidad de cualquier tipo de público. Nos da lo que todos pedíamos a gritos, desde una sala donde se está proyectado una clásica cutre comedia americana, que vale, antes divertía y alegraba esos días grises, a esas personas aún más grises, que necesitaban un empujoncito, pero que ahora lo que queremos es un poco más de marcha fuerte, de esa que te saca una carcajada, al mismo tiempo que una arcada. Puede que pienses que se pasan un poco de la raya con sus chistes sexistas, extravagantes y radicales, pero, te voy a decir una cosa, pedazo de ignorante, que aun sigues vistiendo el traje de la comunión: La gente cambia con los tiempos, y si los géneros cinematográficos, no pueden seguirle el ritmo a estos dos descocados y descontrolados, se queda estancado, hundido y desfasado, mientras otros que si lo hacen, logran complacer a un 90% de población, que se ríe con lo que ahora hace gracia, no con lo que “antes” hacía gracia.

Es el turno de las chicas, y vienen pisando fuerte, y atacando con todas sus armas de mujer, dejando a tras cualquier novatada, que los ingenuos chicos hicieron en el pasado, y convirtiendo esta guerra entre vecinos, en un verdadero campo de batalla, donde solo puede haber un ganador y múltiples perdedores. Mientras unos luchan por la libertad y la igualdad, otros luchan por la tranquilidad y la estabilidad; no hay malos en esta película, solo dos bandos, con diferentes ideas, que batallaran hasta la muerte por ellas.

Seth Rogen con sus descerebradas ideas de hombre maduro, que no quiere más que un poco de tranquilidad, y Rose Byrne con su poder de mujer valiente y un pelín descolocada, intentaran deshacerse una vez más, de una nueva hermandad, dominada por el género femenino.

Zac Efron nos deslumbra y divierte con su forma de modelo de revista “PlayGirls” y nos demuestra que es más que una cara bonita: es un actor hecho y derecho, que aún le quedan muchos filmes con los que apoderarse de la pantalla.

Chloë Grace Moretz es una belleza nórdica que encanta, enamora, enloquece e hipnotiza, con sus delicados rasgos de princesa, y su postura fuerte y firme, que no deja pasar, cualquier oportunidad, para demostrar que más que dulzura y lindeza.

Extravagante, desmadrada y alocada.