El niño
- alexzv955
- 11 jul 2016
- 2 Min. de lectura
Se mueve de un sitio a otro sin verlo caminar, escuchas voces en donde él está, sin haber nadie más en casa, y ves sombras moviéndose al final del pasillo, que te paralizan, dejándote anclado donde estas, sin saber cómo reaccionar, ante tal espeluznante escena. Un muñeco es un juguete divertido, adorable y feliz, que te divierte cuando juegas con él a viajes al espacio, rodeos en un rancho, o un ataque zombi, por eso es el hogar ideal para las almas condenas a vagar por la tierra, con el único objetivo de tortúranos de una forma maniaca; ¿Quién pensaría que un muñeco pudiera hacer mal alguno?

Los muñecos siempre ha sido excelentes filtros, para que los espíritus y demonios jueguen con nosotros de una forma morbosa y macabra, por eso es un instrumento que se ha visto cada vez más utilizado para fabricar filmes de estos estilos. Lo vimos con Chuky, aquel muñeco diabólico que se divertía matando a personas, de una forma sangrienta y sanguinaria. Después lo vimos a Anabelle, aquella adorable y simpática muñeca con mejillas sonrosadas, que tan mal nos lo hice pasar, tanto a nosotros, como a las pobres personas que fueron víctimas de su ira. Y ahora aparece en escena Brahms, un muñeco refinado y ordenado, con delirios de locura, que lo único que quiere es que le presten atención, y si te niegas a no cumplir sus normas, te espera un desenlace muy poco recomendable.
Es un filme que la verdad es que al principio era reacio a verlo, no me preguntes porque, porque ni yo mismo lo sé. Supongo que sería por creer que era otra típica película de terror, que el ser sobrenatural vuelve a ser un muñeco, y tras el devastador chasco que me lleve con Anabelle, no me esperaba nada nuevo; que equivocado estaba. Es una peli de las que me encantan, porque son las películas de encierros, en las que la civilización más próxima está a dos horas de viaje, las que dejan a los personajes con muy pocos recursos para salvarse o poder pedir ayuda, encerrados en un castillo, cabaña o casa encantada, a merced de un psicópata o espíritu vengativo; la excitación que saco de estos tipos de largometrajes es las pocas posibilidades que les dan a los protagonistas para sobrevivir, y eso le da más interés a la trama. Por eso esta peli, que junto a unas escenas tensas y oscuras, que te mantienen en alerta en pantalla, como el guardia de seguridad de una penitenciaria, que reza para que no haya un motín, y no pueda despedirse de sus hijos y su mujer.
Muy buena la imagen distinguida y elegante que han elegido para recrear a este misteriosos e intrigante muñeco, que como los cuadros de los museos, te persigue con la mirada, vayas a donde vayas.
William Brent Bell solo se ha dedicado a os filmes de terror, y aunque no sea un director muy aclamado, sabe cómo “acojonarnos” con toques de pesadillas e incertidumbres, que aceleran nuestras pulsaciones.
La bella y encantadora actriz Lauren Cohan encaja en cualquier papel que le pongas sobre la mesa, porque interpreta con un realismo y emoción, que te crees que lo que estás viendo está ocurriendo de verdad, y no en una ficticia película de terror.
Aterradora, maliciosa y atrayente.
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