Antes De Ti

Ese don, que todos cada mañana cuando nos levantamos de nuestra cómoda cama, menospreciamos y damos por hecho que es nuestro por derecho propio. Ese don que nos hace saltar de alegría, cuando algo bueno ocurre en nuestras vidas. Ese don tan especial, que nos deja poder caminar sobre la hierba recién cortada, y notar entre nuestros dedos, la frescura y la ternura, que desprenden los cientos de tallos verdes, que se propagan hasta el infinito. Ese don que tanto se echa de menos, cuando estamos escayolados, y miramos por al ventana, a las niños divirtiéndose y corriendo, mientras tú te mueres de aburrimiento y de pena, por no poder moverte, por no poder volver a bailar, a brincar, a lanzarte a una piscina, y poder nadar bajo el agua, viendo tus pies y tus piernas, balanceándose en una danza mutua y mímica, de movimientos musculares.

Llegara el día, en el que el “in” desaparecerá de cualquier palabra que minimiza al ser humano, y lo coloca en una pirámide de incomprensión y diferencias. El día en el que nos demos cuenta que todos estamos creados a imagen y semejanza de nuestros padres, y aunque algunos no podamos escuchar, ver, correr un maratón, o sentir el tacto del pelaje de un león, somos iguales, somos idénticos en carcasa, aunque en nuestra alma, coexistan diferentes ecosistemas e ideologías. Pero hasta que ese venidero día llegue a nuestro mundo, tendremos que quitarnos de una vez la venda de la tristeza y la compasión, arrugarlas en un pañuelo lleno de despreciables lagrimas de misericordia, y lanzarlo a un container con toda la inmundicia y la indiferencia, que nos ciegan, y no nos dejan ver, el verdadero corazón de alguien, su verdadero ser, su verdadera imagen.

Si ahora mismo te levantaras de la mesa, y te cortaras la garganta con un cuchillo, estarías en todo tu derecho de hacerlo, porque es tu vida la que estas cortando de cuajo, es tu vida la que estas asesinando, es tu vida la que no volverá a ver el sol.

Nunca viene mal un poco de amor y risa dentro de tanta tristeza y penumbra. Y esa es una de las facetas que mas me han alegrado y divertido de este increíble filme, que nos presenta una bonita estampa idílica, que nos cuenta la historia de las limitaciones de la vida, y cuanto nos equivocamos al pensar que existen dichas limitaciones.

Seamos sinceros: Lo que más llama la atención de esta película, no son los arrumacos de amorosos entre dos jóvenes guapetones, sino que sean una pareja de una chica alegre y positiva, y un tetrapléjico borde y negativo, que no ve ninguna luz al final de ningún tunel, porque no puede levantarse, y mirar si aun sigue allí. Es una de esas películas que vas al cine a ver, para llorar, y bueno, he llorado mas con otras, pero eso no quita que no me haya impresionado y agradado.

Chica alegre y feliz conoce a chico malhumorado. Chico malhumorado empieza a ver lo bueno de esa chica alegre y feliz, y su alegría y felicidad se le contagian como un virus mortal. Chico malhumorado se convierte en chico que empieza a no auto compadecerse de su discapacidad, y junto se enamoran. ¿Acaso pedíamos algo diferente a esto? No, yo quería ver de nuevo hasta donde llegan los límites del amor. Por eso mismo le doy las gracias a la directora Thea Sharrock, por dejarnos ver, las maravillas y los milagros de la felicidad.

No había visto nada tan divertido, realista y bello, desde “Bajo la misma estrella” e “Imparable”.

Emilia Clarke es guapa, simpática, atractiva, alegre, positiva, feliz y dicharachera. Estos son los adjetivos que describen a esta encantadora actriz, que tanto nos ha divertido, ilusionado y enamorado, con su ropa al estilo de Agatha Ruiz de la Prada.

Sam Claflin es un actor que no lo había visto antes con tanto potencial y tanto descaro, porque jamás había interpretado un papel con tan pocos movimientos, y con tanto saber de interpretación. Bajo su aspecto gris y autocompasivo, yace dormido y enterrado un alma triunfadora y vividora, que no puede soportar estar encerrada, en una caja muerta e inerte de toda aspiración.

Inspiradora, bellísima y encantadora.