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Buscando a Dory

  • alexzv955
  • 4 jul 2016
  • 3 Min. de lectura

El onceno es un lugar donde los seres marinos conviven en paz unos con otros, separados de los que no pueden hacerlo, si no es con mordiscos y zampándose a todo el mundo. Es tan grande y tan bello su esplendor, que cuando lo visitas una vez, no dejas de soñar, en como seria tu vida, si fueras un cefalópodo firme y decidido, o un pez payaso entrañable y líder ejemplar, o una manta raya sabia y meticulosa, ¿o tal vez esta vez, te han entrado ganas, de encarnar a una juguetona, divertida y desesperante pez cirujano, con delirios de memoria, y perdidas de conciencia?


Sigue nadando, sigue nadando, nadando, nadando. Todos recordábamos esta frase al igual que recordábamos la de “P. Sherman Calle Wallaby 42 Sydney”. Pero lo que nunca se nos olvidara, es como un padre, y una amiga un tanto olvidadiza, consiguieron atravesar el océano, en busca de su hijo, para volver a poder abrazarlo. Pero, ¿Y Dory? ¿Y los padres de Dory? ¿A caso no tiene padres? Todos tenemos padres, tienen que estar por algún aparte ¿pero cómo encontrarlos si Dory no se acurda? Un destello, una sensación agradable, seguida de una sensación de tristeza y angustia, te inunda por dentro, al descubrir, que sí, si tienes padres, que un día te amaron, cuidaron de ti, y te protegieron todo lo que estaba en sus aletas, hasta que el destino te aparto de su vida. Tienes que volver a encontrarlos, tienes que volver a verlos, porque no los has olvidado, y ellos a ti tampoco.


Las pelis que Disney, son obras maestras del mundo del cine, y se hacen disfrutar siempre, por el hecho de estar fabricadas, con amor, alegría y esperanza. Me encanta ver como Disney, nos deja con la boca abierta, nos ilumina con su linterna de fascinación y purpurina, y toca temas “sensibles” con tanta gracia, respeto y diversión, para que nadie quede insatisfecho u ofendido. Te inunda una sensación tan alegre y agradable, que no te permite desear otra cosa, que no sea seguir viendo la película, seguir disfrutando al máximo, y seguir riendo como el niño que yace dormido en nuestros corazón, y que esta impresionante y extraordinaria empresa cinematográfica, logra despertar, con una canción de nana, que te hace llorar, aplaudir, y soñar.


Los directores Andrew Stanton y Angus MacLane, se ponen aletas a la obra, y nos presentan una nueva perspectiva, de cómo los peces, de como esos juguetones y admirables mamíferos marinos, nos miran con sus diminutos ojos, mientras nosotros con egocentrismo y poderío, destruimos cualquier atisbo de felicidad y tranquilidad, que antes reinaba en sus placidas vidas. Por suerte, esta vez podremos ver como los animales de la mar, más desfavorecidos, esos que necesitan ayuda, y una nueva oportunidad, son cuidados con esmero, por los humanos, que nos preocupamos, porque su vida sea larga y placentera.


Volemos a enfrascarnos en una aventura submarina, donde descubriremos los orígenes de Dory, y podremos conocer a personajes fantásticos y entrañables, que nos harán disfrutar aún más, de un filme de lo más divertido, fantástico y alocado.


Esta claro que, y todos lo sabíamos, que una segunda entrega, se de Disney o no, no podía superar a la majestuosa y tremenda primera parte, ¿pero es que a acaso a decepcionado a alguien? No, un rotundo y contundente no.


Gracias otra vez a la participación de doblaje de la ocurrente y jovial Anabel Alonso y al líder y afable José Luis Gil, porque la película, no hubiera sido la misma, si no pudiéramos haber oído las voces, que hace 13 años –que se dicen pocos- lograron entretenernos, distraernos y complacernos.


Recordaras siempre, que lo que has visto, es una peli extraordinaria, mágica y acogedora.


Agradable, estupenda y divertidísima.




 
 
 

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