Pesadillas
- alexzv955
- 25 jun 2016
- 3 Min. de lectura

Las pesadillas son un aviso de nuestro subconsciente para advertirnos de que algo en nuestra vida no anda nada bien. Las pesadillas nos torturan, nos hacen caer de 1.000 metros de altura, nos hace ser perseguidos por un libro de mates gigante, nos hacen estar desnudos en medio de la clase, mientras nos echamos a llorar. Nos hacen desear despertarnos y que el sueño vuelva a nosotros, pero que el mal desaparezca de nuestra cabeza.
¿Quién no ha sentido un escalofrió al leer la niña y el monstruo? ¿Quién no se ha ido a dormir a la cama de sus padres al ver el capítulo de la series “Pesadillas” donde un niño era atrapado por una máscara maldita? ¿A quién no se le ha helado la sangre cada vez que ve un muñeco con ojos saltones que te mira fijamente a los ojos, después de haber leído la noche del muñeco viviente? Mi infancia ha tenido muchas etapas destacables, que en ellas han participado muchas series televisivas, pero pesadillas era una de esas que cuando la empezaba a ver disfrutaba pasándolo mal, con los escalofríos rozándome la pierna, y el viento resoplando en mi nuca, pero al acabar el capítulo, el reloj de cuco sonaba, los plomos caían, y la oscuridad empezaba a formar siluetas en mi mente, mientras yo me tapaba con la manta, deseando que dejaran de tortúrame esas fantasmagóricas presencial irreales. Pero al igual que yo, “Pesadillas”, tambien fue las pesadillas de muchísimos niños y no tan niños, porque su forma de contar historias macabras y espeluznantes, hacían fácil que al padre valiente que veía esa serie con su acobardado hijo, le entraran ganas de dormir con una lucecita de noche, a la espera de que siguieran en la televisión, y no en la vida real. Doy gracias y maldigo a R. L. Stine, por crear cosas tan maravillosas y espantosas, que formaron parte de mis noches sin sueño.
Me sorprendió mucho cuando escuche el rumor de que “Pesadillas”, se iba a convertir en una película después de tantos años enterrada en el baúl de los recuerdos, pero lo que aún me sorprendió más, fue ver a Jack Black, interpretando uno de los papeles como co-protagonista; hay supe, que no íbamos a ver una película de terror. No es que la película, al ser del género de comedia, este desperdiciada, pero hombre, es pesadillas, una serie que aterrorizaba a millones de niños en los 90, todo el mundo esperaba ver un filme de terror, pero bueno, no sé si hubiera sido peor ver como las productoras modernas intentan sacar jugo a una de las sagas literarias y televisivas más importantes de la época, convirtiendo una película de terror en un chasco monumental, o ver lo que he visto; así que mejor no tocar nada, y dejar todo tal y como está, por si acaso.
No me interpretéis mal, la trama se mantienes sólida en todo momento, sin derrumbarse por desvaríos de guion, o inapetentes escenas exageradísimas, pero bueno, siempre esta esa astilla clavada en el píe, que no te deja apoyarlo del todo, y en este caso ha sido el 70% del reparto elegido.
Dylan Minnette es un joven actor que se ve que intenta interpretar su papel, con esfuerzo y potencial, pero en su rostro y en sus acciones ante la cámara, parece que se vea coaccionado a mostrar sus sentimientos, y a dejar de ser un adolescente en mitad de “la edad del pavo”, y pasar a ser un hombre hecho y derecho.
Odeya Rush es una cara bonita y hermosa, que lo que más destaca de su rostro son sus arrebatadores ojos azules, pero que tampoco sorprende con una interpretación sublime, pero que tampoco te termina de desagradar.
Ryan Lee es el actor que más me ha gustado de la película. Ya sea por su inocentona y boba forma de ser en el personaje, te anima y divierte en cada escena que está presente, destacando por su absurda y cómica interpretación, que en este caso, sí que se le ve con ganas de dramatizar algo, y no de desenfocar algo.
Jack Black lo ha hecho como siempre: genial. Es un actor divertido, entrañable, juguetón, gracioso y jovial que a todo el mundo le gusta, por su cómica forma de comportarse; lo malo de todo esto es que solo te deja elegir papel concretos que no pidan acción bélica, ni terror sobrecogedor.
Ocurrente, entretenida y distraída.
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