Alicia a través del espejo
- alexzv955
- 18 jun 2016
- 3 Min. de lectura
Cuál es el país maravilloso donde los arboles flotan en el aire, y los globos se estancan en la tierra, hasta crecer gloriciosamente. Cuál es ese país, donde puedo volar entre las nubes, y coger presentada la pluma de un halcón. Cuál es ese maravilloso país, donde la alegría y la felicidad, corren por las calles con locura y agradable demencia, que llena tu apetito voraz de simpatía y confeti, mientras observas como tu cabeza se separa de tu cuerpo, y tú, con una gran carcajada exagerada, te ríes del suceso, como si de un chiste gracioso y entrañable se tratara. Querrás retornar al país de las maravillas, porque es el lugar idóneo, para dejar volar tu imaginación y tu corazón, en un baile armonioso de descontrol y enajenación, donde si crees que algo es imposible, lo será sin rebatirte la palabra, pero en cambio, si crees que todo es posible, sucedería lo mismo, sin que nadie ni nada te contradiga lo que dices.

La locura solo es un hueco muy profundo en tu serena consciencia, que te cambia la forma de ver el mundo, quitándote la venda de los ojos, y dejándote en plena potencia, lo que es ser feliz de verdad, sin prejuicios ni adversidades. Una vez un gran hombre y poeta macabro dijo: “Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura”. Que ciertas son estas palabras, y que ciertas son las que vemos reflejadas en esta encantadora película, que de nuevo, nos enseña a apreciar la felicidad, de una forma alocada y divertida, para que dejemos de ser los típicos muermos y ordinarios de siempre, y convertirnos en alegres personajes de una entrañable historieta, donde no podrás mantener los pies en el suelo, porque tu consciencia y tu mente, vagan en direcciones opuestas, para contemplar el amplio mundo que te rodea.
El tiempo apremia. El tiempo nunca termina. El tiempo corre veloz y sin piedad hacia tu vida y la de todos, con el objetivo de que las agujas del reloj avancen despacio pero sin pausa, para que el mundo siga gritando, que los ríos sigan sus cauces, los pájaros emigran cuando el invierno aceche, y la muerte aparezca cuando las manecillas se detengan. El tiempo es alguien que toda su eterna vida, trabaja controlando el transcurso del tiempo de millones de vidas. El tiempo no tiene piedad pero si tiene corazón. El tiempo no tiene bondad, pero le fala crueldad. El tiempo es un ladrón, pero te regala cada minuto y cada segundo de tu vida, que pases sonriendo, llorando o saltando de alegría o rabia: pero de eso te encargas tú. No intentes engañar al tiempo con burdos juegos de “trilero”, ya que no se juega con el tiempo por una razón obvia: él tiene tu vida en sus manos, y si intentas jugársela, no tendrá remordimientos ni reparos, en detener tu corazón.
Encantadora y jovial segunda entrega, que hemos estado esperando seis largos años –que se dicen pocos- para poder volver al mundo donde todo puede suceder, si tienes la fe necesaria, para que así sea. Te va a entretener y agradar, sin superar un pelín “mucho” tus placidas expectativas, que se quedaban estancadas a medio camino de un taquillazo, y un bombazo de película. No supera a la primera, ese es un hecho que ya teníamos todos claro desde el principio, pero tampoco la deja en baja estima, porque el director James Bobin ha sabido seguir muy bien los pasos que el gran Tim Burton le ha dejado en formas de miguitas de pan, para que intentara no desviarse demasiado del camino forjada por la locura, y la inigualable rareza grisácea. El objetivo en esta ocasión es un poco “rebuscado”, ya que para salvar al sombrerero, tiene que viajar al pasado, dejando al presente en manos del caos, por no tener a una persona que sepa manejar el tiempo: ósea, salvar una vida, destruyendo miles.
Una interpretación alocada y sublime en todos los sentidos de la palabra locura y gracilidad por parte de todo el reparto, que ha dado todo por el todo, para conseguir ilusionarnos y deslúmbranos con excelencia. Mia Wasikowska tan guerrera y bella como siempre, Johnny Depp tan locuelo y extravagante como nunca, Anne Hathaway tan serena y preciosa como tal, Helena Bonham Carter tan lunática y primordial como ella misma, y Sacha Baron Cohen tan espectacular y meticuloso, como jamás lo habías visto.
Espectacular, extravagante, y demente.
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