Objetivo: Londres
- alexzv955
- 16 jun 2016
- 3 Min. de lectura
Todos los terroristas tienen un objetivo, y esta vez es Londres.
¿Quiénes son los malos, y quienes son los buenos en un ataque terrorista? La pregunta parece simple ¿verdad? Pero no lo es en absoluto, ya que desde nuestro punto de vista, está claro que los malos son los que atacan un país, destruyendo edificios y matando a inocentes, por el simple hecho de vengarse de lo que les han hecho a ellos. Y ahí tenemos la guinda de la cuestión: Los malos parecen malos a simple vista porque en las pelis nos los pintan así, y los buenos son los buenos, porque son los que nos intentan proteger. Pero el enredo de todo esto es que no hay malos ni buenos, solo hay malos, desde el punto de vista de un inocente que paga por los pecados de las personas encargadas de protegerle.

No se cómo se lo montan esto yakees, pero hagan lo que hagan siempre terminan siendo los protagonistas heroicos de las pelis de acción, y dejan a los pobres Árabes –de nuevo- bajo el listón negro de los más buscados. Pero tampoco sé cómo se lo montan para hacernos disfrutar con tanto aplomo y metralla, con las muertes ajenas, que consiguen electrificar nuestro cuerpo y meternos una granada en el pecho, haciéndonos implosionar.
En las pelis Hollywoodienses, el presidente es el único que puede seguir con vida, a los demás “que nos den por saco”. Está claro que una película americana, no va a ser de como su presidente muere a los 10 minutos de empezar el film, ¿no? Pero hombre, un poco de respeto por los pobres ministros con una seguridad pésima y desdichada, que un niño de 5 años, corriendo hacia le presidente francés, con un cuchillo de plástico, se lo carga antes de que estos idiotas se den cuenta de que a lo que están protegiendo no es a sus “molonas” gafas de sol.
Acción intrépida y sin pausa que te lanza por los aires con un botón eyector en el asiento del cine, para atravesar el techo, y mirar como tu ciudad es destruida en mil y un pedazos, pero gozando de unas vistas impresionantes.
¿Os preguntáis si se echa de menos la sangre y la casquería? La respuesta es un rotundo “No”, como un rascacielos que se te cae encima. Eso es lo que me ha gustado, que se hayan dejado de tonterías, y que hagan pelis de acción de verdad, no acción “para toda la familia y la abuela también”. Yo al menos, estoy cansado de la cesura descontrolada que no nos dejan disfrutar a los amantes del cine bélico, con una buena dosis de adrenalina, sudor enérgico y un poco de huesos fracturados; estamos en una era para darnos cuenta de que somos adictos a la morbosidad.
Mucha seguridad, muchos equipos de asalto y muchos helicópteros, pero siempre se la cuelan a la policía. No se cómo, pero siempre se las apañan para dejar en ridículo a los fuerzas del orden, con errores monumentales de seguridad, vigilancia y controles que un dependiente de un bazar chino detectaría antes a un terrorista que estos patéticos inútiles ejemplares; que siendo sincero, sin estos errores catastróficos, no habría película.
El guerrillero e indomable Gerard Butler, hace un papel de vengador americano, que ni los de Marvel podrían contra él. Tiene un rostro de “voy a por todas en plan kamikaze, y si muero posare para el funeral”, que ningún otro actor deslumbra en escena. Es el guardaespaldas supremo, es el “puto amo”, y lo que le hace destacar de los demás agentes, es su intrépida y alocada forma de ser, que no le importa que vaya a ser padre, ni le importa que le ametrallen o le hagan saltar por los aires: él ha venido a proteger al presidente de estados unidos.
Morgan Freeman no es que haya hecho un papel con mucha emoción dramática, por eso no voy a hablar de eso, pero lo que quiero comentar es la horrenda y atascada traducción al español, que han elegido para ponerle voz; es como ver a una niña de 8 años con la voz de un hombre de 50.
Tremenda, salvaje, y cañera.
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