La caja
- alexzv955
- 13 jun 2016
- 3 Min. de lectura
La mente humana es un sinfín de infinitas posibilidades que en cualquier puzle de 1000 piezas, creerías que has conseguido empezar a colocar la primera junto a otra, pero lo que has hecho es volver a equivocarte al intentar reconstruir lo que ya está construido, pero parece devastado. Dios, o quien quiera que nos observa desde su gigantesca lupa, riéndose de nosotros mientras disfrutamos de nuestras mortales vidas, debe de ser una persona con millones de cosas que hacer, pero indecisa en elegir alguna que le complazca. De ahí que las leyendas sobre seres espaciales que nos observan cada día, viendo si nuestra existencia provoca algún beneficio al universo, o solo somos una minúscula piedra en un largo camino tortuoso; ¿pero quien es mejor que alguien, para decidir si alguien merece vivir o morir?

Un día de invierno nublado, pero nada lluvioso, el timbre resuena en la entrada de tu casa, mientras te encuentras tranquilamente tomando un café caliente. Abres la puerta y es un hombre mayor, vestido con gabardina que trae una caja en sus manos. Te pide permiso para pasar y tu amablemente y confundido por su inocente rostro, le das permiso para acceder a tu agradable morada de soltero. El hombre saca de la caja de cartón una semi-pirámide de madera, que en su punta cuadrada, hay una cúpula con un botón rojo en su interior. Este hombre va directo al grano y te explica su presencia en tu casa: “E venido aquí para ofrecerte un trato. Si aprietas el botón que tienes frente a ti, recibirás en metálico 100.000€, pero con el consiguiente repercusión que, una persona que usted no conoce, morirá. Si no acepta en 24h me lo llevare y se lo ofreceré a otra persona. Gracias por su tiempo”. ¿Qué crees que deberías hacer? El dinero es muy tentador y llenarías muchos “huecos” que jamás acabarías de enyesar, pero que una persona muera y yo sea su asesino indirecto, es bastante “jodido”; ¿difícil proposición verdad?
Es una película con una idea más que brillante que te engancha con tan solo leer la sinopsis, porque te llama la atención la incertidumbre de esa caja, y miles de preguntas revolotean alrededor de tu cabeza, como una manada de colibrís verdes, intentando buscar alguna conexión entre lo que has visto y lo que crees haber visto.
E de decir que el principio está muy bien elaborado, y deja bien claro de que va a ir la historia, pero el nudo y el desenlace es muy estrambótico y tergiversado, no logras entender muchas cosas, y cuando piensas que ya las sabes, se te presentan más dudas, que dejas apartadas en un rincón, hasta tener bien claro las principales preguntas que acechan tu coherencia y ponen en funcionamiento tu imaginación, para que su rendimiento supere límites insospechados, e ideas ilógicas se crean en tu mente; básicamente “un pelín” rebuscada.
El director Richard Kelly, hace que nos sumerjamos en una trama muy bien elaborada, pero que parece que algunas cosas están sacadas de la manga, y que sus “incoherencias” en el trascurso de la película, estén justificadas con solamente decir que pertenece al género “ciencia ficción”; aunque no me ha decepcionado.
Cameron Diaz es una actriz que ha prosperado mucho en el mundo del cine, haciéndose lucir por sí misma, por la pasarela de estrellas doradas, y dejando bien claro que el estereotipo de “rubia es igual a tonta” es solo un mito creado por gente que ha sido desafortunada en el amor, por rechazos amorosos.
James Marsden no lo hace nada mal, en su papel de esposo decepcionado con su trabajo, que se ve mezclado en una conspiración “bastante inexplicable”, por tan solo pulsar un inofensivo e incoherente “botoncito” rojo.
Con su frio y aterrador rostro, Frank Langella funde su papel en un horno ardiente de las montañas alejadas de la civilización y cordura humana, forjando con personalidad adictiva y firme, una espada de acero pudo, que tan solo con mirar su reflejo, convierte tus ojos en dos cuencas partidas por la mitad.
Intrigante, atrevida y liosa
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