El terorno de los malditos
- alexzv955
- 12 jun 2016
- 2 Min. de lectura
Es visceral lo que la mente humana puede llegar a crear, en su morbosa y desquiciada mente, para hacer disfrutar a los mismos morbosos y desquiciados que piden a gritos una película que se torture, machaque y mutile a personas de formas macabras y espeluznantes, mediante monstruos de pesadillas, que ni aunque te describiera sus mutiladas y deformadas caras y cuerpos, llegaría a explicarte con exactitud, lo que la naturaleza ha creado con atrocidad; la naturaleza es sabia, hasta que aparece el ser humano con el papel de dios.

No es superior a la segunda –algo esperable, por supuesto- ya que una segunda parte, diría arriesgándome a pecar de mentiroso, que jamás ha superado a una primera parte. Empatarla si, pero superarla no, ya que tienes que pasar por encima de tu madre y creadora, que sin ella, tu no existirías, e intentar superar y mejorar, lo inmejorable; es como decir que puedes luchar contra el amor. Pero tampoco os penséis que os vais a llevar un chasco al verla, todo lo contrario, vas a sufrir igual que con la primera, vais a taparos los ojos y los de vuestros hijos, al ver como se repite la misma historia, con personajes diferentes, pero con los mismos demonios que la anterior.
La nueva idea de no poner a gente que no se sabe defender en un ambiente de batalla, y poner a soldados experimentados, en el que matar personas es su trabajo, es bastante interesante de ver.
Siempre me han encantado los primeros 15 minutos de las películas de terror, porque son los que los acontecimientos pasan a las espaldas de los protagonistas, y estos no ven el error que están cometiendo al reírse de lo que está pasando, hasta que tienen un puñal clavado en la cabeza. Y durante esos minutos que tú sabes algo que ellos no saben, te sientes poderoso, sientes que puedes controlar sus vidas, sientes que les puedes avisar del mal que se les va a venir encima, pero no lo haces, porque –aparte de ser una película y sería extraño gritarle a una pantalla para avisar a sus protagonistas- no quieres que lo sepan, quieres que sufran, y que en su sufrimiento, encuentres la diversión. E de destacar un error gravísimo que no se puede pasar por alto: Señores, señoras, aunque estéis a mitad de curso para ser militares de verdad, ¿es que acaso no sabéis apuntar a la cabeza? ¿O disparar a la cabeza es un gesto de deshonra para la victima que está apunto de asesinarte? Hombre por favor, se hubieran ahorrado más de la mitad de los cargadores con una sola bala en la maldita cabeza de estos trogloditas sanguinarios.
Un reparto bastante bien colocado cada uno en el sitio que le corresponde con su papel, formando el perfecto grupo que se encamina hacia su perdición, con andares firmes y chulescos.
Más sangre, más rabia, y más tripas desperdigadas en el suelo, con las que te resbalas, desnucándote contra una piedra, puesta ahí expresamente para que tu muerte sea la señal que salve a futuras víctimas.
Estridente, salvaje y morbosa
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