El exorcista
- alexzv955
- 10 jun 2016
- 3 Min. de lectura
La ciencia nos ha regalado en todo su esplendor, miles de formas de alargar nuestra vida, y a curado innumerables enfermedades –tanto físicas como psíquicas- salvado así millones de vidas, que sin su ayuda, ahora mismo formarían parte de la tierra siendo comidos por sus propios organismos en la tumba, o simplemente serian polvo; cenizas a las cenizas, polvo al polvo. Pero lo que la ciencia ni ningún científico, ni matemático, ni catedrático ha podido averiguar aun, es si hay vida después de la muerte, si cuando nos morimos, un largometraje a cámara rápida pasa frente a nuestros ojos, haciéndonos llorar y añorar por última vez la vida que hemos vivido, y una tela negra como tela, cierra nuestra última escena.

Yo ni creo ni dejo de creer en el más allá, ni en los espíritus, ni en los demonios, pero de una cosa si estoy seguro: si no conozco algo, podéis estar seguros que no intentare jugar con lo desconocido.
Dicen que los demonios son hijos de Satanás –el rey del infierno- , y que conviven con nosotros para torturarnos, y arrancarnos el alma, pudiendo ellos así, recuperar su anhelado cuerpo de carne. Si esto fuera así, si un mal que no pudiéramos ver, viviera entre nosotros, ¿no debería haber también un bien que acabar con tal mal y nos librara de nuestro sufrimiento? Lamentablemente, Dios según la biblia, nos abandonó en este paraje inhóspito y olvidado, a merced de hienas hambrientas, con una cosa buena: El libre albedrío, la libertada, la vida. Pero nos dejó un arma, con el que poder enfrentarnos a estas fuerzas del averno, y así intentar devolverlas a la cloaca de fuego de donde provienen: los idílicos curas. Los curas han sido una referencia magistral y clásica, que en todos los films sobre demonios o poltergeists han aparecido de varias formas, como salvado la situación y a los pobres inocentes aterrados por las presencias del mal: En forma de sacerdote, en forma de bruja, en forma de demoniologo catedrático o en forma de médium. En toda película de terror paranormal que se precie, tiene que haber siempre, una persona que sepa sobre el ámbito espiritual, y que gracias a ella o a sus herramientas, los protagonistas puedan luchar contra le entidad demoniaca que les acecha, sino, ¿Qué gracia tendría saber que no tiene ni una “puñetera” oportunidad de sobrevivir?
Esta película señoras y señores, intrépidos e intrépidas niños y niñas, y próximos y próximas jóvenes promesas cinéfilas, es la definición de terror del bueno, de terror del de verdad, de terror que te hace sacarte los ojos para no presenciar tal espeluznante film. Esto, es cine de verdad, y lo demás son tonterías baratas para llenan carteleras y bolsillos de empresarios que no saben ni una mierda de que es hacer un buen guion, tener un buen director, y hacer una obra tan terrorífica como al que William Friedkin, nos deja sobre la mesa, para poder traumatizarnos de por vida; que desgracia que ya no se vean cosas así en el cine.
La trama tiene un guion tan bueno, que es inevitable que te vayas a la cama, y sigas oyendo los gruñidos que provienen del eco que se forma en tu memoria, rememorando una y otra vez, la pesadilla que estas a punto de soñar, en cuento tus ojos decaigan en la almohada, y tu cuerpo ponga el piloto automático, hacia un viaje, que te hará despertarte sobresaltado de la cama, por un susurro en el oído, que aun levantado, con la luz encendida y tocando el suelo frio con los pies descalzos, te producirá un escalofrió penetrante: “Te veo”.
Pero que esplendida e inmejorable actuación de esta jovencísima actriz, que hace de niña desvalida e inocente, que es transformada violentamente en ser monstruoso, sádico y blasfemo, que te destroza la mente y te desgarra la cara. Mis felicitaciones a Linda Blair, por su estremecedora puesta en escena, que a nadie le ha evitado quedarse boquiabierto ante tal interpretación de una actriz sublime, que no dirías que tan solo tiene 14 años y escasos papeles a sus espaldas.
Grotesca, exagerada y diabólica.
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