Intruders
- alexzv955
- 5 jun 2016
- 3 Min. de lectura
La mente siempre nos juega malas pasadas cuando nos encontramos de cara con la oscuridad. Nuestra mente no puede permitirse no ver nada, siempre tiene que ver algo, no se puede permitir solo ver oscuridad cuando estamos despiertos; la oscuridad total es cuando cerramos los ojos. Nuestra imaginación es otra malvada arma, que crea una alianza, para torturarnos a nosotros mismos, con visiones de figuras fantasmagóricas que caminan por un largo pasillo, o una sombre que cruza bajo el umbral de nuestra puerta. Pero nada es real, todo está en nuestra cabeza. O eso creemos. Sí que es verdad que en ocasiones –ya sea por falta de sueño o problemas psicológicos- vemos cosas que no existen en realidad, nunca han estado ahí, y eso forma parte de una imaginación muy volátil, que nos avisa de un problema que subyace escondió bajo nuestro subconsciente, y quiere retomar el control de nuestros sentidos.

No sé qué manía le tiene la gente de aquí, con los films españoles. Sí que es verdad que son un poco rebuscados, y siempre intentan encontrar la manera de hacernos perder un poco el hilo de la historia, con sub-tramas o escenas psicológicamente incompresibles, pero esa es la gracia. Muchísimos films españoles han logrado llegar a la más alta categoría de clase cineasta, e incluso estar nominados a los Oscar y ganarlos. Hay muchos tipos de películas que o no se quieren hacer entender, o básicamente te cuesta “pillar” el nudo que arrastra la trama, pero lo que nos hace ser diferentes a los demás, nos hace ser únicos entre los demás.
Es una historia de terror, que genera empatía y descontrol mental sobre distintas historias que se centran más en entenderse ellas mismas que hacerse entender. No me interpretéis mal, no es en absoluto una mala película, no ha triunfado lo que debía, pero es entretenida e inteligente; como la mayoría de pelis que hacemos en este territorio.
Una oscura capa de sombras y misterio, envuelve las escenas, formando inquietud y nerviosismo a los espectadores más impacientes, que buscan desesperadamente saber que se esconde tras esa puerta que se abre lentamente mientras chirria con silencio y alboroto. Me ha dejado inmóvil en muchas ocasiones, lo que significa –para mí- que me ha tirado un anzuelo, y yo lo he atrapado con la mirada, cayendo en sus redes negras de intriga, que te descoloca en ocasiones, y te vuelve a colocar a su antojo donde ella prefiera.
Siempre hay ideas buenas, que si convencen a productores, comienzan con un gran “boom”, continúan con un gran “BOOM” y aterrizan estrellándose con un desenlace de lo más “plof”. Pero esta he de admitir que para nada me esperaba su final inquietante y bien visto, que cierra todas las incógnitas que a lo largo de la película crea.
Contratar a actores famosos americanos está dando muy buenos frutos para encauzar una peli al éxito y para llamar mucho más la atención de espectadores españoles y espectadores globales, que conocen a los actores americanos del reparto; una muy buena trampa para cazar a gente indecisa. Clive Owen es un actor como otros muchos que te infunde confianza. Imagínate que estas en una guerra civil callejera, y aparece el pegando tiros y te dice que te subas a su coche: te subes sin pensarlo dos veces porque ves en su rostro honestidad, lucha y salvavidas.
Ella Purnell es una actriz inglesa, que si no fuera por el doblaje –que se nota cuando doblas un idioma- pasaría perfectamente por una muchacha española, frágil y convencida de perseguir y creer en lo que ve.
Alentadora, misteriosa e intrigante
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