¡Ave, Cesar!

Los hermanos Cohen nos traían una propuesta muy particular y entrañable, con un guion, una interpretación y una frescura que da vida a una película con un tráiler de lo más engañoso. Hay muchos

tipos de tráilers, y mis favoritos son los que aun habiendo muchísimo magnetismo en él, en la película sigue desparramándose ese lucido y brillante poderío, que hacen que los minutos se vuelvan segundos y las horas minutos. Esto es lo que no he podido ver, en una película nítida y erguida, en una hora y media que pasas preguntándote cuando va a ocurrir ¨algo¨, cuando se tendría que haber aplastado y formado al menos treinta minutos.

No me interpretéis mal, no salí decepcionado del cine, me eche algunas risas ahí dentro, lo que salí con mal sabor de boca, como si hubiera ido a un restaurante súper caro, en la zona vip, con el mejor chef y los mejores maitres, y me hayan servido un estofado de lata, espolvoreado con confeti hollywoodiense.

Vestuario impecable, interpretación golosa, escenarios acabados a la perfección, dejándonos maravillar por las entrañas de los estudios de Hollywood...Pero, por desgracia, lo que debía de ser más importante no se ha llevado a cabo. Un guion que en vez de meterlo en la batidora y estrujar todo lo que podía dar para un solo film, han decidido hacer un capitulo piloto de una miniserie, dándole palmaditas con la mano en una exprimidora.

Encantadora, sobrepuesta y decaída