Titanic
- alexzv955
- 19 abr 2016
- 2 Min. de lectura
Un barco hundido en un océano oscuro e inmerso. Cientos de almas inocentes, que jamás se recordaran sus nombres; mueren con él. El barco más grande, más rápido, más moderno y más vivo, se convierte en el Cid campeador del mar, perdiendo su primera batalla contra Poseidón, que le manda una montaña de hielo templado, por intentar desafiar a un dios, con otro supuesto dios. Titanic era y será siempre recordado como la bestia titánica moderna, que se lanzó al agua con orgullo, esperanza e ilusión, y se topó con la furia implacable que convierte al mar, en un arma imparable de la bella naturaleza.

Una película que aunque no hayas visto, has oído hablar de ella. Una película que aunque no la hayas vislumbrado, ya sabes su trágico final. Una película que sabes que te va a hacer llorar, por el mero hecho de haber visto las tristes expresiones de la gente que te ha intentado contar, que se siente cuando el amor verdadero se rompe. Es una película que te hará desbordar lágrimas de pasión, realidad y melancolía, hasta quedar totalmente deshidratado.
Un jovencito intrépido y apasionante Leonardo Dicaprio, llena nuestros corazones de esperanza y felicidad, mediante un aspecto y un alma juvenil, que brilla por su presencia en cada escena, llegándote a preguntar una y otra vez, aunque él no esté en pantalla para recordártelo: ¿Una estrella puede tener forma de hombre? Este actor se ha ganado desde que piso su primer plató, hasta que recibió su merecido y anhelado Oscar, estar en la pirámide cineasta, donde descansan todas las momias inmortales de espectaculares estrellas de cine, que su objetivo desde que se hicieron actores fue complacer al mundo entero y a las almas incompletas que viven gracias a que pueden ver sus fantásticos films, que les hacen ver un mundo en rosa, unas lapidas como cuadros que enmarcan la vida de alguien que se mereció tener una, y nubes grises que te mantienen cautivo en casa, como una excusa para quedarte recostado en el sofá con palomitas al punto de sal, una manta caliente y ponerte a ver Titanic, esperando esa satisfacción, de la que todo el mundo te habla, y tu estas a punto de presenciar. No puedo dejar atrás la rebelde hermosura que desprende Kate Winslet en pantalla, tras demostrar al público con picardía, dulzura y furia interna, que el amor es más fuerte que cualquier barco de titanio, más fuerte que cualquier frio invernal mortal, y más fuerte que la indeseada y lógica parca. Tampoco hay que dejar de lado la acogedora banda sonora, que nos deja la impresionante y sentimental Celine Dion, que hace con su música magia, y que te sumerjas en una nube de algodón de azúcar melancólico, mientras lloras de felicidad, tristeza y toques agrios de realidad.
Magnifica, verdadera, fiel y única
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