Victor Frankenstein

Desde innumerables tiempos, esta historia ficticia se ha convertido en la pesadilla de millones de niños y no tan niños, dándose cobijo a sí misma, en las mentes de la gente, temiendo que algún día se hiciera real. Jamás se ha recreado con tanta pasión y tanta energía diabólica, la fuente de este engendro, y cuál fue su padre y creador. Ya cabe decir que se desvía del cuento clásico, pero aun así, termina convenciendo.

Fantástica adaptación cinematográfica del origen del grandioso monstruo, echo de piezas sueltas metálicas y partes viscerales y extremidades del cuerpo humano: Frankenstein. James McAvoy me ha recordado a una mezcla entre Sherlock Holmes y Harry Houdini. Victor Frankenstein era maniático, intrigante, tozudo, soberbio, inteligente y locuaz, y todo esto es lo que he visto en una impecable interpretación de este aclamado actor inglés. Me encantan, todas, todas, todas y cada una de las películas en las que sale el maravilloso Daniel Radcliffe. Le tengo una magnificencia en todo lo que dice y hace, que en ocasiones me temo que me he enamorado de él, y mi juicio se nubla. Es una cara que agrada ver en pantalla. Desprende una dulzura, serenidad y amabilidad, que cuando la ves, es como unos calcetines calientes tocando tus pies, después de llegar de una tormentosa y lluviosa fría calle. La trama no se lleva bien con el aburrimiento, ya que en ningún momento he dejado de estar atento a la aventura de estos dos excéntricos genios de la época, con un objetivo brillante en sus ojos: Dar vida a la muerte. Oscura, virtuosa y pragmática